El fraterno periódico Hoy divulgó recientemente el hecho de que durante el año 2010 se registraron casi dos millones de llamadas al teléfono de emergencias 911, de las cuales solamente 26,000 fueron en serio, mientras el resto se trató de bromas pesadas o de niños jugando.
¿No es esto espeluznante?
Somos muy dados a criticarlo todo. Uno de los temas favoritos como blanco de las críticas nacionales es el que da cuenta de que aquí en la República Dominicana el 911 no funciona, que uno se cansa de llamar y nadie responde, que no vale la pena, en fin, recurrir a ese instrumento de socorro que tan eminentes servicios presta en otros países.
Lo primero que debemos hacer, antes de criticar, es educarnos y educar a nuestros menores en lo que es una conducta cívica.
Enseñemos a nuestros hijos, nietos y sobrinos que con eso no se juega, que mientras alguien tiene la línea ocupada haciendo una broma, puede haber otras personas necesitando auxilio urgente sin poder comunicarse.
Tal vez así podríamos contribuir a bajar esa horripilante cifra de llamadas inútiles y a salvar algunas vidas o resolver una situación difícil.
Es posible que en este país el 911 no sea tan eficiente como en otras latitudes, pero usted, lector, y yo también, podemos ayudar a mejorarlo, creando conciencia sobre su uso entre nuestros relacionados, sean éstos niños o adultos.