El Día 
El crimen que le arrebató la vida antenoche a una joven odontóloga cuando regresaba a su hogar consterna a la sociedad, tanto por lo horrendo y triste del caso, como porque nos muestra una vez más cuán desamparados estamos.
Los vecinos dice, por ejemplo, una crónica periodística- se quejaron del servicio 911, al que alegan llamaron decenas de veces y no fueron atendidos.
Confieso que no sé cómo funciona eso del número telefónico 911, ni a quién corresponde hacerlo funcionar, pero lo cierto es que en otros países el 911 es un instrumento muy eficaz para atender emergencias, mientras en la República Dominicana llueven las quejas y protestas por lo malo e inoperante del mismo servicio.
Y aquí viene la pregunta del millón: ¿por qué lo que fuera de nuestro país es bueno, aquí adentro no sirve? Duele tener que admitirlo. ¿No será que los que no servimos somos nosotros? Reconozco que me estoy dejando llevar únicamente de lo que he leído y escuchado, y nada me alegraría más que tener que tragarme mis propias palabras si estoy equivocado.
Pero mientras tanto no puedo evitar que un sentimiento de frustración y un complejo de inferioridad luchen en lo más hondo de mis entrañas por salir a flote, contra lo que me defiendo lo mejor que puedo. Aunque no sé por cuánto tiempo.
