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El 0rigen sagrado de la Semana Santa: Del Éxodo a la Resurrección

Yovanny Medrano Por Yovanny Medrano
La Semana Santa no nace como una invención litúrgica, sino como una continuación transformada de uno de los eventos más significativos de la historia espiritual. Imagen de Germán R en Pixabay
📷 La Semana Santa no nace como una invención litúrgica, sino como una continuación transformada de uno de los eventos más significativos de la historia espiritual. Imagen de Germán R en Pixabay

“Porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificado por nosotros.” – 1 Corintios 5:7

En esta columna hemos venido desarrollando, semana tras semana, la serie “Aprendiendo a ser Feliz”, una invitación a cultivar el bienestar desde la espiritualidad, la ciencia y la experiencia. Pero hoy, hemos decidido hacer una pausa consciente.

No podíamos continuar hablando de felicidad sin detenernos ante el peso de los acontecimientos que han marcado a nuestro país. A pocos días de comenzar la Semana Santa, la tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set dejó luto, preguntas y un dolor colectivo que no puede -ni debe- pasarse por alto.

La Semana Santa no es solo un tiempo religioso: es una oportunidad de reflexión nacional, de mirar hacia adentro, de abrir el alma a preguntas que incomodan, pero también transforman.

Por eso, durante los próximos días compartiremos una serie especial: “Semana Santa: el viaje interior del alma”, una ruta espiritual, filosófica y científica que busca no solo conmemorar un hecho, sino ofrecer consuelo, despertar conciencia y abrir caminos de sentido.

Porque también en el dolor -y quizá sobre todo en él- se aprende a ser feliz.

La raíz hebrea: una cena que anuncia libertad

La Semana Santa no nace como una invención litúrgica, sino como una continuación transformada de uno de los eventos más significativos de la historia espiritual: la Pascua hebrea. Esta conmemoración, profundamente arraigada en la tradición judía, es reinterpretada por Jesús en un acto que no solo resignifica el rito, sino que revela un camino de liberación más profundo: del pecado, del miedo y de la muerte misma.

La Pascua (Pésaj) recuerda la noche en que Dios liberó a Israel de la esclavitud en Egipto: “Y tomarán de la sangre… y cuando yo vea la sangre, pasaré de vosotros” (Éxodo 12:7,13).
Aquella noche, marcada por el sacrificio del cordero y la prisa por huir, se convirtió en símbolo de tránsito: del cautiverio a la libertad, de la oscuridad al camino prometido.

Jesús eligió esa misma festividad para instituir un nuevo pacto. Según los evangelios sinópticos, “tomó el pan… lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo… haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19).
No se trataba ya de huir de Egipto, sino de atravesar la cruz. No de salvar al primogénito, sino de ofrecer al Hijo por todos. Jesús se presenta como el Cordero pascual, cumpliendo lo profetizado: “Como cordero fue llevado al matadero” (Isaías 53:7).

Este momento, al coincidir con una festividad religiosa anual, permite ubicar con precisión uno de los eventos más documentados de la vida de Jesús, probablemente entre los años 30 y 33 d.C. La Semana Santa, así, se convierte en una de las fechas más exactas y verificables del ministerio público de Cristo.

Semana Santa: del rito al alma

La Semana Santa revive ese tránsito: Jueves Santo, la entrega; Viernes Santo, la cruz; Domingo, la Resurrección. Pero más allá de la cronología, lo que se celebra es el mapa del alma: traición, pérdida, silencio, redención.

El apóstol Pablo lo interpreta como una transformación interior: “¿No sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?… Así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:3-4).

Filosóficamente, representa el poder del sentido en el sufrimiento. Como señaló Viktor Frankl: el ser humano puede soportar casi cualquier “cómo” si encuentra un “por qué”. Esta verdad resuena en el corazón desgarrado de muchas familias dominicanas que lloran la tragedia de Jet Set. En ese derrumbe, se abre una pregunta sagrada: ¿puede este dolor engendrar sentido?

Jesús no huyó del sufrimiento: lo abrazó y lo transfiguró en esperanza. La cruz se volvió símbolo de redención.
“El que siembra con lágrimas, con regocijo segará” (Salmo 126:5).

Cuando el cielo y la tierra se alinean

La Semana Santa no tiene fecha fija porque responde al equinoccio de primavera: cuando el día y la noche tienen la misma duración. Desde el Concilio de Nicea, se estableció que la Pascua sería el primer domingo después de la luna llena posterior al equinoccio. Así, la muerte y resurrección de Cristo se conmemoran cuando el universo también renace.

“La vida vuelve, la luz vence, lo enterrado florece.”
“Él hizo la luna para medir los tiempos; el sol conoce su ocaso” (Salmo 104:19).

La ciencia del rito: cuando el cuerpo también necesita consuelo

La neurociencia confirma que los rituales espirituales -ayuno, oración, duelo compartido- modifican nuestro cerebro. Activan zonas de la empatía, la paz interior y el sentido trascendente.

Esto cobra relevancia para quienes enfrentan dolor extremo, como las familias afectadas por la tragedia en Jet Set. La Semana Santa puede ser un espacio de contención espiritual y neurológica. No para borrar el dolor, sino para resignificarlo.

Conclusión: no es historia antigua, es mapa interior

La Semana Santa nace de una liberación y una muerte inesperada. Su origen está en la Pascua hebrea, pero su significado se abre a todo el que se atreve a mirar el dolor como semilla de transformación.

Hoy más que nunca, el país necesita redención. No solo religiosa: humana. Que el sacrificio de los inocentes nos impulse a vivir con más compasión, más propósito y más verdad.

“Porque el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 10:39).

Esta es apenas la primera estación de un camino hacia el corazón del alma humana. Te invito a seguir esta serie durante toda la Semana Santa.
Porque quizás, también tú descubras que la vida no termina en la cruz… sino que comienza a renacer en lo más profundo del ser.

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Yovanny Medrano

Ingeniero Agronomo, Teologo, Pastor, Consejero Familiar, Comunicador Conferencista, Escritor de los Libros: De Tal Palo Tal Astilla, y Aprendiendo a Ser Feliz

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