Orlando Martínez. A ese nombre está asociada una realidad inocultable, de sombras y oprobio que vivió nuestro país en el siglo pasado. Hace 42 años.
Un día como hoy, en un pasado de horrores, murió asesinado un periodista. Ocurrió en un tramo oscuro y del gobierno de los 12 años del presidente Joaquín Balaguer, donde la ley y la justicia eran solo dos palabras vacías.
Muy difícil era ser un portador de la verdad impresa, y había que hacer el trabajo; y muchos periodistas lo hicieron, durante un tiempo; otros, entendían que informar iba más allá de un compromiso laboral.
Entre esos pocos estaba el periodista que entonces trabajaba en ‘El Nacional’ y la revista ‘Ahora’.
Hoy, que el país transita por un periodo muy singular, hay que mirar hacia el pasado y ver en Orlando Martínez un hombre, un hijo de familia, un profesional de la prensa y la verdad, donde confluían muchos atributos.
Hay que contar la dignidad entre ellos.
Incluidos, naturalmente, los principios éticos y valores morales; valores no muy frecuentes ya en esta sociedad.
Los dominicanos que vivimos en este presente convulso tenemos el compromiso de recordar; y al recordar, que nuestra memoria sirva de relevo para que se convierta en fragua del honor y el orgullo a la hora de saber que contamos en nuestro pasado reciente con un periodista como Orlando Martínez, a quien no venció la canallada de aquel tiempo; y sobre todo, que supo mantenerse de pie, sin arredrarse en ningún momento.
La valentía y su compromiso social, de apego a la verdad, lo llevaron a la muerte; y esa dedicación al compromiso lo tiene entre nosotros, como un ejemplo de dignidad.