Fiona se aproximó al Caribe como una potente tormenta tropical y al llegar a Puerto Rico se convirtió en un huracán categoría uno.
Con características similares inició su aproximación hacia territorio dominicano con un movimiento de traslación tan irregular que mantuvo la incertidumbre hasta último momento sobre la zona en la que primero afectaría.
Los caribeños ya estamos acostumbrados a lidiar con huracanes, pero por ser estas islas habitadas por pueblos en vía de desarrollo, siempre generan daños.
Fiona no dio ningún motivo para pensar que sería la excepción por lo que obligó al Gobierno dominicano y a la población dominicana a tener que prepararse de manera acelerada para mitigar posibles daños.
Como de costumbre, los organismos de socorro organizaron acciones de emergencia para salvar vidas y orientar a las personas a que tomaran medidas para reducir las posibilidades de daños materiales.
En las próximas horas se podrá tener una idea del impacto del paso de Fiona por la porción del Caribe en que está la isla de Santo Domingo, pero el más mínimo daño viene a sumarse a una situación de crisis que se vive desde el inicio de la pandemia por el Covid-19.
La suma de situaciones críticas solo puede ser combatida con la suma de voluntades.
El pueblo dominicano enfrenta el desafío de hacerle frente juntos a los retos que ha enfrentado el mundo por el Covid-19 y la guerra de Ucrania, sumándosele en la región del Caribe la incursión de tormentas tropicales y huracanes.
