
Durante casi dos décadas, Estados Unidos proporcionó un salvavidas a Haití: importaciones textiles libres de impuestos que atrajeron a fabricantes de ropa estadounidenses y crearon decenas de miles de empleos en el país más pobre del hemisferio occidental.
A partir del miércoles, ese salvavidas ya no existe.
Se espera que la expiración del llamado programa comercial HOPE/HELP aplaste lo que queda de la mayor industria de Haití, que representaba el 90% de las exportaciones en un país sumido en una guerra de pandillas que ha alimentado el hambre, generado una crisis de refugiados y dejado al gobierno al borde del colapso.
Legisladores estadounidenses y empresarios haitianos afirmaron que el fin del programa agravará la pobreza y fomentará el reclutamiento de pandillas, además de costar empleos en fábricas que producen ropa para marcas reconocidas, como Hanes, Calvin Klein, Gap y Victoria’s Secret, a medida que la industria se traslada a Asia. Esta medida podría obligar a haitianos desesperados a huir a la República Dominicana o a embarcarse en embarcaciones precarias hacia otros países.
“Sin esos empleos, vamos a ver más gente abandonada en las calles, más gente atraída por el crimen y las pandillas”, dijo Fernando Capellán, presidente del parque industrial Codevi, en la frontera de Haití con República Dominicana, donde se concentran unos 18.000 de los 26.000 empleos textiles de Haití.
Los líderes empresariales haitianos llevan meses presionando al Congreso estadounidense para que se extienda la legislación, que contaba con apoyo bipartidista. Sin embargo, las políticas que fomentan el empleo fuera de Estados Unidos se han vuelto más difíciles de promover en medio de la agenda proteccionista de la administración Trump.
“Todo el mundo dice sí, sí, sí, pero luego no pasa nada”, dijo Georges Sassine, un veterano ejecutivo textil haitiano.
La industria textil de Haití ha representado la mayor parte de las exportaciones del país.© Dios Nalio Chery/AP
La representante Sheila Cherfilus-McCormick (demócrata por Florida) dijo que terminar el programa en Haití “sumiría al país en una crisis más profunda”.
“El futuro de Haití y la seguridad de Estados Unidos dependen de ello”, añadió en un comunicado.
El presidente Trump dijo a principios de este año que buscaba que la manufactura regresara a Estados Unidos, pero su prioridad es atraer a fabricantes de equipos y tecnología militar, no a la industria textil.
"Para ser sincero, no busco hacer camisetas", declaró a la prensa en mayo. "No busco hacer calcetines".
El Departamento de Estado, la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos y la Casa Blanca no respondieron a las solicitudes de comentarios.
La iniciativa HOPE/HELP comenzó en 2006 y se expandió tras el devastador terremoto de 2010. Su objetivo era promover los negocios en Haití y, al mismo tiempo, ofrecer incentivos para que los fabricantes de ropa estadounidenses pudieran ubicar su producción cerca de Estados Unidos en lugar de operar en Asia, donde se había trasladado gran parte de la industria textil.
El apoyo del gobierno estadounidense y de instituciones financieras multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo impulsó el afianzamiento de la industria. Un centro, Caracol, en el norte de Haití, abrió sus puertas en 2012 con una financiación de 300 millones de dólares de Estados Unidos y bancos de desarrollo. En 2021, la industria textil empleaba a unos 60.000 trabajadores en Haití.
Aunque Caracol fue diseñado para albergar a decenas de miles de empleados, hoy emplea sólo a unos 2.000 debido a los problemas de seguridad de Haití y la incertidumbre sobre el programa comercial preferencial.
Un barrio de Puerto Príncipe que ha sido devastado por la violencia de pandillas.© Clarens Siffroy/AFP/Getty Images
“Esto se convertirá en un elefante blanco total”, dijo Capellán, presidente del parque industrial cercano a República Dominicana.
La expiración del programa preferencial significa que los importadores estadounidenses de ropa hecha en Haití estarán sujetos a aranceles de importación de entre el 20% y el 30%, además del “arancel recíproco” del 10% aplicado por la administración Trump contra muchos socios comerciales.
La legislación había permitido la entrada libre de impuestos a Estados Unidos y generado beneficios económicos para ambas partes, según defensores del sector empresarial. El algodón y otras telas estadounidenses se utilizaban en Haití para fabricar los productos terminados que se enviaban a Estados Unidos. Gran parte de los ingresos generados por la mano de obra haitiana se destinaron a la compra de productos estadounidenses, incluyendo unos 260 millones de dólares en arroz de Luisiana y casi 500 millones de dólares en combustible en 2024.
Estados Unidos tuvo un superávit comercial de casi 600 millones de dólares con Haití el año pasado.
El inminente golpe económico se produce mientras el asediado gobierno de Haití lucha por contener a las pandillas que se han apoderado de casi toda la capital, Puerto Príncipe. En los últimos meses, el gobierno colaboró con Erik Prince, fundador y controvertido exlíder de Blackwater, para reducir el control de las pandillas sobre carreteras, depósitos de combustible y puertos comerciales.
Estos esfuerzos podrían ser en vano si la economía local de Haití se desintegra, lo que dificultaría aún más la recuperación. La incertidumbre sobre el futuro de HOPE/HELP ya había llevado a muchas multinacionales este año a trasladar la producción a fábricas en China, Bangladesh, Indonesia y Vietnam.
“Se necesitarían meses o años para restablecer esas líneas de suministro”, dijo Maulik Radia, director de la Asociación de Industrias de Haití.
Dijo que el cierre de plantas de ropa en el noreste del país empeoraría la desesperación económica porque cada trabajo en el sector textil sustenta a varios miembros de la familia.
“Lo que mantiene la seguridad son los empleos”, dijo Radia.