Esta serie de columnas pretende abordar la sexualidad y la verdadera educación sexual integral de manera científica, orgánica y racional. Si estamos claros, es imposible confundir conceptos y crear creencias erradas.
La educación sexual de un niño debe basarse en el conocimiento científico, ya que es la base para lograr un desarrollo integral de una persona.
Es basada en valores que promuevan el respeto, la consideración y la equidad para que de este modo logremos la confianza y comunicación tan necesarias para un desarrollo saludable de la sexualidad.
Los niños son curiosos, emotivos y desde su nacimiento tienen sensaciones corporales; por lo que, desde los primeros meses podrían frotarse sus genitales con la cama u otras estructuras con las que estén en contacto directo.
Ya con mayor desarrollo de sus destrezas, podrían querer ver, tocar y/o mostrar sus propios genitales o los de sus padres y hermanos u otras personas, lo que es totalmente natural.
Ya en su proceso de socialización y conocimiento podrían hasta practicar ciertos juegos sexuales con sus amiguitos cómo tocarse mutuamente.
Los niños imitan principalmente a padres y amiguitos mayores, por los que han visto actividades sexuales íntimas, podrían simular esos movimientos e intentar besar en la boca profundamente.
Esto simplemente es el desarrollo de la sexualidad en estos niños, no tienen conciencia de lo que están haciendo y no lo hacen con el deseo de disfrutar de una actividad sexual, sólo que tienen sensaciones agradables y es la única razón por la que ejecutan estas acciones.