La educación sexual es un derecho del niño y la responsabilidad primaria de aportarla es de los padres. Cada niño se desarrolla de manera diferente y es importante tratarlos de acuerdo a sus intereses del momento.
La educación sexual está basada en valores, teniendo en cuenta las relaciones interpersonales, los derechos humanos, el respeto y la responsabilidad básicamente.
A través de ella enseñamos a los niños a conocer su cuerpo y a cuidarlo, a decir no cuando identifican una situación que no les agrada o convence, a identificar situaciones de riesgo, fortalecemos sus valores y su autoestima.
El niño comienza a sentir curiosidad por su cuerpo y va descubriéndose y experimentando sensaciones a través de las caricias de otras personas y la autoexploración principalmente.
Los padres con frecuencia se asustan y tornan ansiosos al ver a sus hijos autoexplorarse y se preguntan qué hacer. La respuesta es nada en ese momento. En otro momento se le explica el concepto de privado y público y de que sus órganos genitales externos son privados y si los desea tocar debe ser cuando esté solo en su habitación o baño.
Al hacer preguntas acerca de sus órganos genitales o los de los padres (los niños se interesan mucho por los órganos genitales del adulto y los compara con los de ellos), llamémosle por sus nombres, pene, vulva, vagina, testículos; explicarle sus funciones biológicas y como cuidarlos, que no deben ser tocados por otra persona.
Estas informaciones los protegen del abuso sexual, de contactos inadecuados, y a identificar situaciones de riesgo.