La educación sexual (educación sexoafectiva) enseña a los niños a conocer y aceptar su propio cuerpo, cuidarlo y reconocerlo. Los niños establecen su primer vínculo afectivo con la familia, por lo que los padres son los llamados a hacer educación sexual desde el hogar primero, luego se integrará la escuela y trabajarán en colaboración.
Alrededor de los tres cuatro años, los niños comienzan a darse cuenta de las diferencias en los órganos genitales de varones y hembras. Empiezan a querer explorar el cuerpo del otro género. Por lo que, en esa edad, se les instruye en valores como el respeto y la consideración, informándoles que no es adecuado tocar las partes privadas de los demás así como no deben permitir que toquen las suyas.
Importante decir al niño que si experimenta una reacción extraña hacia alguien que lo acaricie o toque, informe a sus padres o a un adulto de confianza y asegurarles que todo estará bien, pues los niños generalmente sienten culpa si una persona adulta o familiar u otro niño lo toca de manera inadecuada.
Enseñar a los niños hábitos de higiene personal también es educación sexual, como lo es motivarlos a expresar sus sentimientos de manera directa y respetuosa.
Jamás interpretar las expresiones de la sexualidad de los niños desde nuestra óptica adulta, ya que atribuimos significados diferentes a sus acciones que no son coincidentes con los de ellos, en referencia a ciertos juegos sexuales y/o autoexploración, ya que están descubriendo su cuerpo y experimentando sensaciones.
La clave: formar e informar.