El brote de ébola, que hasta ahora enfermó a más de 20,000 personas de ocho países, muestra que hay importantes puntos débiles en la seguridad sanitaria mundial.
El brote de síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) de 2003 y la pandemia de gripe porcina de 2009 también fueron un recordatorio, pero las medidas necesarias para impedir que el ébola se convirtiera en un flagelo en tres continentes no se habían implementado.
El presidente del Banco Mundial Jim Yong Kim está decidido a hacer que esta vez se aprenda la lección.
“Lo que el ébola le ha enseñado a todos y cada uno de nosotros es que no estamos preparados para un brote de esta magnitud”, declaró a la prensa Kim, médico y antropólogo que estudió en la Universidad de Harvard, en Liberia el 2 de diciembre.
“En lo que a mí concierne, como presidente del Grupo del Banco Mundial, seguiré recordándoles a todos los dirigentes que la falla que quedó al descubierto debe resolverse y debe resolverse lo más pronto posible”.
El virus ha matado por lo menos 7,842 personas, la mayoría en Sierra Leona, Liberia y Guinea, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si continúa extendiéndose por África, podría costar hasta 32,600 millones de dólares para fines de 2015, según el Banco Mundial con sede en Washington en octubre.