Es una especie de leyenda urbana para todos los que nacimos, crecimos y vivimos en el Distrito Nacional todo lo que acontece en esa famosísima conjunción llamada Duarte con París.
El mito, podríamos decir, se extiende a gran parte del país, pues es por tradición la arteria comercial más vibrante en donde convergen todos los que quieren adquirir diferentes mercancías a precios módicos. Tanto los dominicanos como extranjeros residentes en la nación la visitan.
Para mi niñez y adolescencia era un terror psicológico el escuchar a algún familiar que iba para la Duarte con París de compras.
Nos pasábamos parte del día preocupados al ver partir a un ser querido a una especie de campo de batalla y que dicha preocupación solo desaparecía al verlos regresar sanos y salvos.
Aunque la expresión de inmediato era: no te acerques, déjame bañarme pues vengo de la Duarte. Aún estábamos lejos del Covid-19.
A través del tiempo hemos visto a las autoridades locales y del Gobierno central anunciar, iniciar y hasta celebrar “la transformación” de esa zona de comercio.
Pero sigue pasando el tiempo y no alcanzamos a ver la real transformación que “anuncian, inician y hasta celebran”.
El 28 de junio pasado, se llevó a cabo un acto en donde participaron las más encumbradas autoridades nacionales y locales para anunciar la intervención del espacio público al cual hacemos referencia, bajo la modalidad de una alianza público-privada.
La inversión anunciada fue de un millón de dólares en su primera etapa, sin embargo, se desconocen a ciencia cierta cuales son los términos de esa alianza y cuál será el beneficio del sector privado en corregir el mayúsculo desorden que allí impera. El 22 de noviembre recién pasado se “inauguró” la “Nueva Duarte con París” primera etapa.
Atraído por los cantos de renovación y modernidad acudí a la cita que tanto esperaba para ver un espacio en donde la anarquía, el caos, la insalubridad, el desaliñe, las penumbras y la inseguridad serían cosas del pasado. Pero ¡oh que sorpresa más decepcionante!
En el último censo conocido sobre buhoneros y vendedores en el área en cuestión, se fichan 700 de estos. La zona de influencia que va desde la calle Jacinto De la Concha hasta la calle José Martí tiene poco menos de 300 metros por la calle París y que se anunció que era la zona a intervenir y remozar en 60 días; pues apenas se ha logrado intervenir un 25 % y se dio por terminada la primera fase en donde se reubicaron 70 comerciantes. Cifra, realmente insignificante.
Para este año próximo el Gobierno, a través del Ayuntamiento del Distrito Nacional, destinó 415 millones de pesos para completar la obra.
Es de nuestro entender que las intenciones del proyecto son magníficas, necesarias y justas, sin embargo, nos surgen las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los beneficios de del sector privado cuya inversión fue de un millón de dólares? ¿Por qué el ayuntamiento necesitó su ayuda? ¿El aporte del Gobierno Central será parte del mismo plan o el ADN tiene sus propios objetivos?
La gestión actual de la Alcaldía de la capital ha demostrado su compromiso en restaurar, con eficiencia y bajo presupuesto, espacios públicos, más de 70 a la fecha, por tanto, somos del criterio que si este aporte del Ejecutivo se utiliza con los mismos criterios, ese capital bastará para concluir el proyecto “Duarte con París” y no necesitar la “mano amiga” de una alianza público-privada y podremos los ciudadanos disfrutar de un espacio histórico y legendario sin ataduras de ningún tipo.
*Por Víctor Féliz Solano