El Gobierno tiene la disyuntiva de que en el proceso de intentar ganarse a sus tradicionales adversarios perdió a sus tradicionales aliados, pero no se ganó a los primeros.
Hoy sufre una embestida proveniente de los dos litorales, con el agravante de que no se ven con claridad voceros políticos aguerridos asumiendo las posiciones gubernamentales, salvo el caso de José Ramón Peralta, que en ocasiones luce como el vocero político y estratégico del Gobierno, rol que no está llamado a jugar.
En la mayoría de las esferas palaciegas se nota cierta timidez a la hora de dar el frente a esos sectores que antes querían conquistar, pero que ahora son tan pugnaces contra la administración Medina como lo fueron meses atrás contra el expresidente Leonel Fernández.
Los “picos de oro” del peledeísmo también se notan rezagados, mientras el Gobierno enfrenta grandes ataques.