Mirebalais.-El granjero sin zapatos supervisa a tres peones adolescentes que sacan malezas con palas en una plantación de maní en Haití, donde la legumbre es un producto clave, cultivado a menudo por los campesinos más pequeños.
Si tiene suerte, Francois Merilus obtendrá una magra cosecha en medio de una prolongada sequía que ha agravado la escasez crónica de alimentos en Haití. Merilus teme ahora que el maní que llega de Estados Unidos como ayuda humanitaria le impida sobrevivir con ese cultivo.
“El maní extranjero empeora las cosas para nosotros”, se quejó Merilus, cuya granja orgánica en el centro del país es arada por bueyes y mantenida sin pesticidas ni fertilizantes químicos, más que nada porque no está en condiciones de pagar por ellos.
Un proyecto anunciado recientemente de enviar 500 tonelada métricas de maní excedente de Estados Unidos para ayudar a alimentar a 140.000 escolares malnutridos ha desatado un fuerte debate en torno a si ese tipo de ayuda alimenticia es una necesidad o un gesto equivocado, que afecta las posibilidades de los haitianos de autoabastecerse de alimentos, privando a los agricultores de una fuente de sustento.
“El programa no hace nada por mejorar la capacidad de Haití de producir alimentos ni para enfrentar la inseguridad alimenticia”, expresó el investigador de Oxfam America Marc Cohen.
En la red circula un pedido al presidente estadounidense Barack Obama de que su gobierno deje de enviar sus excedentes a Haití.
El gobierno de Estados Unidos y la organización alimenticia de las Naciones Unidas justifican el programa de asistencia diciendo que representa apenas el 1,4% de la producción anual de maní de Haití.
Dicen que las críticas no toman en cuenta lo malas que han sido las cosechas haitianas y la acuciante necesidad que tienen muchos niños de una mejor nutrición.
Se calcula que hasta un 30% de los menores haitianos sufren de malnutrición crónica y el impacto acumulado de una seguía de tres años es tan grave que Haití enfrenta una “inseguridad alimenticia sin precedentes”, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
“Si esa donación llega a Haití, es dudoso que incida de algún modo en la economía, pero sin duda mejorará las dietas de los niños escolares más vulnerables”, declaró Alejandro Chicheri, vocero del Programa Alimenticio Mundial de las Naciones Unidas.
El programa humanitario contempla la distribución de maní seco y empaquetado para que los niños lo coman por la mañana en escuelas rurales. Unas 600 escuelas ya han recibido comidas calientes preparadas con burgul, arvejas y aceite vegetal donados por Estados Unidos.
Para evitar que ese maní sea vendido en los mercados de Haití, se ha creado un programa a partir del cual se asegura que el producto es consumido por los niños, según Matt Herrick, director de comunicaciones del Departamento de Agricultura estadounidense.
Herrick dice que quienes plantean que Estados Unidos debería darle otro destino a ese maní excedente no tienen en cuentan el hecho de que el maní haitiano tiene aflatoxina, un hongo carcinógeno que crece en plantas de maní mohosas.
Haití tiene una relación complicada con los extranjeros que suministran ayuda y abundan quienes opinan que a ciertos intereses de Estados Unidos les conviene que Haití siga siendo dependiente de otros en el plano económico.
La problemática historia de la participación estadounidense en las políticas agrícolas haitianas no ayuda. A principios de la década de 1980, temeroso de que los cerdos haitianos pudiesen propagar la fiebre porcina, el Congreso de Estados Unidos aprobó la matanza de los cerdos haitianos y su reemplazo con otros híbridos de Iowa.
Los cerdos importados tuvieron problemas para adaptarse y a menudo se enfermaron y tuvieron pocas crías. El recuerdo más irritante para los haitianos, no obstante, es el derrumbe del mercado local de arroz. Haití casi se autoabastecía de arroz hacia mediados de los 80.
Pero en los años subsiguientes Haití redujo las tarifas de importación de un arroz estadounidense barato a pedido de Estados Unidos y del Banco Mundial.
Fue así que el arroz estadounidense subsidiado inundó el mercado y Haití es hoy el segundo país que más arroz estadounidense importa, según la Federación Arrocera de Estados Unidos.
“Si Estados Unidos realmente quisiera ayudar a Haití se concentrarían en mejorar la irrigación y el acceso de los campesinos a créditos”, afirmó la economista haitiana Camille Chalmers, quien considera que el maní que llega como ayuda es simplemente una forma de reducir las existencias de Estados Unidos.
Expertos internacionales como Cohen, de Oxfam America, dicen que la llegada de maní estadounidense podría terminar siendo un ejemplo de los gestos bien intencionados que causan más daño que alivio.
Si las donaciones de excedentes agrícolas dan paso a una “política continua de enviar maní estadounidense a un mercado que tiene el potencial de autoabastecerse, entonces bien podría causar grandes perjuicios al frágil sector agrícola de Haití”, expresó.