Así se viven los domingos a lo dominicano: sancochos, playa y una «buena mano» de dominó
Santo Domingo.– Los domingos, para los dominicanos, no son cualquier día. Para muchos, es el momento de desconectarse del ajetreo semanal, reunirse con los seres queridos y mantener vivas tradiciones que reflejan la calidez y el sabor criollo.
Desde el sancocho y los juegos de dominó en la acera, hasta un trago social entre familia y amigos, el domingo es el día en que la identidad dominicana florece con fuerza.
Un domingo típico, con sazón y alegría
Las actividades del día inician temprano, con la asistencia a misa o culto, reflejo de la importancia que aún tiene la fe en miles de hogares dominicanos. Luego, parques, plazas y espacios públicos se llenan de vida, con niños corriendo, adultos conversando y vendedores ambulantes ofreciendo productos típicos como empanadas y helados.

Luego, la jornada continúa en los parques del barrio o plazas céntricas, donde los niños corren, los abuelos conversan y los vendedores ambulantes ofrecen desde helados hasta empanadas. Pero si hay algo que verdaderamente une a las familias dominicanas los domingos, es el sancocho.
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Este plato de siete carnes o a veces menos, según el presupuesto,se cocina lento, rodeado de chistes, risas y anécdotas. Es el alma del domingo criollo. Se sirve con arroz blanco, aguacate, picante y, muchas veces, una cerveza bien fría para acompañar.

Para los más aventureros, o los que viven cerca del litoral, la playa es el destino estrella. Boca Chica, Guayacanes, Nagua o Samaná se llenan de familias que buscan zambullirse en el mar, compartir un locrio de pollo o unos yaniqueques en la orilla. Los ríos también son favoritos en las zonas rurales, donde no faltan los calderos ni las bocinas portátiles.

En cada esquina, bajo una mata de mango o frente al colmado, se arma una mesa de dominó, el pasatiempo nacional no oficial. Cuatro sillas plásticas, un juego de fichas y mucha “bulla” bastan para iniciar una partida que puede durar horas. Las jugadas vienen con comentarios, carcajadas y hasta desafíos entre vecinos. “¡Tranca’o!” se oye gritar con frecuencia, seguido por aplausos o reclamos.

Los domingos para los dominicanos siguen siendo ese espacio donde la familia se sienta junta, donde el sabor se cocina a fuego lento.
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