El proyecto “La Nueva Barquita” se llevó muchos lauros. Los aplausos le llovieron. No hubo empujones, la necesidad fue propicia para que imperara el “amor y paz”.
Los padres paúles son suaves y con poca exposición mediática y los comunitarios de la vieja Barquita eran escasos y poco avispados.
La tarea de “La Nueva Barquita” no fue fácil, pero el proceso social se sobrellevó.
Ahora se busca implantar un modelo de gestión social similar en el proyecto Domingo Savio para una obra distinta a la de La Barquita, aunque con el mismo fin: adecentamiento integral.
Lo primero es que aquí habrá que trabajar con los padres jesuitas, que suelen ser más ríspidos que los paúles, con amplia exposición mediática y un máster en agitación.
En la margen del río Ozama abundan tanto las sus casuchas y no a pocos les disgustan los apartamentos, que en esta oportunidad serán construidos de manera selectiva y no de forma generalizada.
Solo se desalojarán, para reubicación, 1,400 viviendas en zonas vulnerables, porque las demás serán sometidas a “mejoras urbanas en el mismo entorno.
Los técnicos de la URBE se enfrentarán ahora a su prueba de fuego y sabrán de verdad si “el gas morao pela”.