Una paciente no paraba de llorar mientras contaba cuánto dolor estaba soportando durante una clase para el automanejo del dolor crónico.
Ella vive con fibromialgia; una de las condiciones crónicas que produce dolor y sufrimiento. La mujer aseguraba que le dolía hasta pestañear.
A pesar de tanto dolor, la mujer estaba en su hogar (la clase se efectuó a través de Zoom), en lugar de irse al hospital. Para tener una idea más precisa de la intensidad del dolor, es frecuente pedirle al paciente que elija un número del uno al 10, siendo el 10 un dolor tan intenso que debe irse a la emergencia. A pesar de las lágrimas, la mujer permaneció en casa.
¿Por qué te cuento esto? Para que estemos en la misma página al decir que la escala de dolor y de tolerancia varía entre una persona y otra. De esa misma manera varía el cuidado.
Cuando una persona vive con dolor crónico, los medicamentos no son suficientes; es preciso combinar múltiples recursos en lo que llamamos “caja de herramientas” para el cuidado personal. Las personas son capaces de re-entrenar el cerebro para vivir con menos dolor; incluso hay quienes pueden sanar de manera definitiva. Para ello es cuestión de determinación y entrenamiento.
Sanar el dolor físico, muchas veces también está asociado a sanar el dolor en el alma para poder reprogramar el cerebro y las memorias dolorosas. Sé que puede sonar ciencia ficción pero es real. La clave es querer hacerlo y tomar la decisión por voluntad propia.
¿Qué pasó con mi paciente? Su condición mejoró notablemente. Todavía hay días en los que las emociones le juegan pesado, pero ahora ella abre su cajita de herramientas con confianza y sabe cómo trabajar en ella misma.