Doble vara migratoria

La Embajada de Estados Unidos en República Dominicana instó recientemente a los extranjeros en situación migratoria irregular en territorio estadounidense a regresar voluntariamente a sus países de origen, a fin de evitar procedimientos de deportación.

El llamado, que surge en el contexto de un endurecimiento de la política migratoria impulsada por la administración de Donald Trump, recuerda similitudes con la política migratoria de República Dominicana acentuada por la profunda violencia que padece Haití y que ha generado una avalancha migratoria preocupante.

Las reacciones de la comunidad internacional y de los organismos internacionales no es virulenta con Estados Unidos como lo es con República Dominicana.

Mientras organismos internacionales han sido rápidos en condenar las repatriaciones dominicanas, a menudo señalándolas como violaciones de derechos humanos, esas mismas voces guardan silencio o son en extremo prudentes cuando Estados Unidos lanza advertencias acompañadas de amenazas de deportación masiva.

Pero también con Estados Unidos esos organismos actúan con hipocresía, pues su complacencia era más notable en la administración de Barack Obama, quien repatrió mucho más extranjeros indocumentados que Donald Trump. Durante el primer mandato de Trump (2017-2021), se registraron unas 1,19 millones de deportaciones, cifra que se suma a los casi tres millones realizados bajo Barack Obama.

Son datos que demuestran la hipocresía de esos organismos internacionales y que tienen un marcado sesgo. No ocultan sus prejuicios.

Paradójicamente, cuando República Dominicana aplica sus propias leyes migratorias, se le exige una sensibilidad que los grandes países rara vez se aplican a sí mismos.

Esas entidades actúan por prejuicios y conveniencias, incluyendo sus socios locales. Así que no esperemos nada distinto y, por tanto, apliquemos con determinación la política migratoria que responda al interés nacional y cumpliendo las normas jurídicas que garantizan respeto a los derechos humanos.