Si el país se encuentra bajo los dañinos efectos de una epidemia de dengue, como dicen unos, o bajo el influjo de una ola de opinión muy extendida, como pretenden otros, puede ser una discusión importante, pero no para llevarla adelante en medio de atmósfera de una campaña política.
Lo sensato parece aunar los hombros y hacer lo que hace falta para evitar las muertes que se le atribuyen a la enfermedad, o las que realmente está provocando.
Desde luego, a nadie se le escapa que la opinión general está muy politizada por los efectos de las aspiraciones de los particulares y de los partidos de cara a las elecciones municipales programadas para febrero y las presidenciales y legislativas de mayo.
Ayer, por ejemplo, se notaban diferencias importantes de enfoque entre la autoridad pública de Salud y el Colegio Médico Dominicano acerca de este asunto.
Y uno tiene que recordar la discusión de los conejos acerca de la calidad de los perros que se les echaban encima: ¿son galgos o son podencos? Lo sensato, según el sentido común, era ponerse a salvo y dejar la discusión para una circunstancia menos apurada.
En el caso que nos ocupa cabe preguntarse qué es más importante en este momento, ¿demostrar que Salud Pública no tiene camas para tantos pacientes o ponerse de acuerdo y juntos hacer algo para evitar que tanta gente tenga necesidad de buscar internamiento en un centro de asistencia público o privado?
Desde aquí, en este espacio de opinión, nos parece preferible que se busquen vías para asistir a la población en un momento tan apurado.