El presidente Luis Abinader agotó por cuarta ocasión un turno en los diálogos generales de la septuagésima novena Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).
A continuación presentamos el discurso íntegro del mandatario:
PALABRAS PRESIDENTE LUIS ABINADER
ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
Excelentísimo Señor Philémon Yang;
Presidente de la 79ava. Asamblea General de las Naciones Unidas;
Excelentísimo Señor António Guterres;
Secretario General de las Naciones Unidas;
Excelentísimos Señores Jefes de Estado y de Gobiernos;
Honorables Jefes de delegación:
Señoras y señores:
Ante todo, deseo en nombre del pueblo dominicano felicitar la elección del señor Philémon Yang como presidente de esta Asamblea y a la vez agradecerle su trabajo, junto al Secretario General, por la exitosa organización de esta septuagésima novena sesión y en particular de la reciente finalizada Cumbre del Futuro.
Este ambicioso esfuerzo ha enfatizado la necesidad de fortalecer el financiamiento internacional para lograr el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y muestra la voluntad sincera de trabajar por un presente y un futuro de paz, bienestar ciudadano y respeto a los derechos humanos y a los valores democráticos.
Quiero resaltar que, en el caso de República Dominicana, hemos logrado avances considerables en los ODS en la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, sostenibilidad energética, seguridad ciudadana y acción climática, por mencionar algunos ejemplos.
A título de ejemplo: la pobreza monetaria se redujo del 25.8% en 2019 al 23% en 2023, a pesar de la pandemia y los efectos de la guerra y en el primer semestre de este año, bajó al 18.9 %, el nivel más bajo en nuestra historia.
En estos cuatro años de gestión hemos más que duplicado el gasto destinado en la protección social. Nuestra política agrícola ha sido clave para garantizar la seguridad alimentaria y mantener la rentabilidad de los productores dominicanos. A pesar de ser una isla con recursos limitados de tierra cultivable, hemos pasado de un 88.5% de autosuficiencia alimentaria en 2019 a un 90.6% en 2023. Hemos logrado en gran medida la autosuficiencia en este sector.
En cuanto a la generación, transmisión y distribución de energía asequible y no contaminante, hemos alcanzado avances significativos, así como importantes mejoras en las regulaciones eléctricas. Iniciamos la construcción de 2,000 nuevos megavatios de generación térmica de los cuales ya hay 400 MW instalados y contratamos 1,674 MW de energía renovable con 647 MW ya en operación y 1030 MW en construcción. Para finales de 2027, por primera vez, contaremos con un excedente de generación superior al 15%, lo que garantizará una mayor estabilidad, y sostenibilidad y mejores precios del suministro energético.
La seguridad ciudadana también ha experimentado una mejora notable. En 2022, la tasa de homicidios en nuestro país fue de 13.2 por cada 100,000 habitantes; en 2023 descendió a 11.5, y en lo que va de 2024, se sitúa en 9.9. Este índice está por debajo del promedio de América Latina y el Caribe, que según datos de la ONU es de 17.2.
Mantenemos un firme compromiso de enfrentar la triple crisis planetaria (cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación) jugando un papel fundamental en la creación del fondo para daños y pérdidas, y alcanzando la meta del 30×30 en la protección de nuestro territorio marítimo.
Estos cruciales temas requerirían toda nuestra atención, sin embargo, el resurgimiento de la guerra y la violencia desbordada nos obligan a enfocar esta lamentable urgencia.
Desde su aprobación en 1945, la Carta de las Naciones Unidas nos ha servido bien, pero tras siete décadas se han acumulado una serie de retos y desafíos que hoy desbordan su marco institucional, como lo ha enfatizado el secretario general Guterres en su discurso de apertura. Existe un consenso generalizado de que necesitamos con urgencia un nuevo modelo de gobernanza global. Uno que fomente mayor confianza y efectividad en las decisiones emanadas de este imprescindible concierto de naciones.
Para República Dominicana, el compromiso con un multilateralismo efectivo y renovado es prioritario. Este enfoque es necesario para garantizar el respeto al derecho internacional y para proteger a las naciones frente a las amenazas globales que comprometen su seguridad y bienestar. Sin una acción concertada y basada en principios, los cimientos de la comunidad internacional se seguirán debilitando.
Desde su formación, Republica Dominicana ha sido un pueblo abanderado de la paz y de la solución pacífica de los conflictos. La pérdida de miles de vidas inocentes, niñas, niños y envejecientes, resulta intolerable, por esto alzamos nuestra voz para reclamar de manera enérgica la protección efectiva de la población civil conforme lo disponen las normas del derecho internacional humanitario.
Una sólida teoría postula que las democracias rara vez van a la guerra unas con otras. Los dominicanos estamos convencidos de que la promoción de la democracia es un elemento esencial para la construcción de una paz duradera.
La democracia no puede reducirse a un sistema de procedimientos mecánicos; la democracia tiene que ser una realidad viva, que transforme positivamente la vida de los ciudadanos.
Señor presidente,
Nos encontramos en un momento crucial para la democracia en América Latina y el Caribe. En las últimas décadas, hemos sido testigos de un preocupante deterioro en la calidad y el apoyo a los sistemas democráticos. De acuerdo con la reconocida encuestadora Latinobarómetro, el apoyo a la democracia ha tenido una considerable disminución entre el 2010 y el 2023, mientras que el apoyo al autoritarismo aumentó en el mismo período.
Múltiples factores inciden en este declive, entre ellos, las secuelas de las frecuentes crisis económicas globales que se han vuelto cíclicas desde finales de los años 90. Pero otro factor igualmente importante es que los ciudadanos no perciben los beneficios tangibles de la democracia, y muestran gran preocupación por el personalismo y la corrupción, minándose la confianza en las instituciones democráticas.
Frente a ese panorama, resalta la propensión a perpetuarse en el poder, que en el caso de América Latina toma la forma de la reelección indefinida; en los últimos 30 años esta tendencia ha ganado fuerza, erosionando la democracia. Tenemos el ejemplo de Venezuela, que combina la concentración del poder, la persecución de la oposición y la censura a los medios de comunicación. Sin la debida transparencia que requiere cualquier proceso electoral y sin sustento documental alguno, la crisis no hará más que agravarse.
Seguiremos insistiendo en la publicación de todas las actas electorales, su verificación por instituciones imparciales y el respeto al resultado emanado de la voluntad del pueblo venezolano. Sin esta publicación no puede declararse un ganador legítimo.
La alternancia en el poder es un elemento esencial para garantizar un ejercicio político responsable y genuinamente participativo. La democracia parte de un principio fundacional: el perdedor tiene que aceptar su derrota y ejercer una oposición leal y constructiva. Otro principio democrático esencial establece que el ganador tiene el deber de no avasallar ni doblegar al adversario. La democracia no puede ser ejercida únicamente por y para los ganadores. La mayoría debe garantizar el respeto y la inclusión de las minorías que gozan de iguales derechos y deben ser tratados con equidad y justicia.
Señor presidente, el pasado 19 de mayo el pueblo dominicano me reeligió en la primera vuelta electoral para un segundo y último mandato presidencial, logrando, además, una mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso. Con la mirada puesta en el fortalecimiento de la democracia dominicana, presenté, muy recientemente, una reforma constitucional ante el Congreso dominicano que busca consolidar el límite a la reelección presidencial de manera taxativa. Dos períodos consecutivos y nunca más.
Esta reforma se propone dejar un legado de mayor estabilidad política y social a las futuras generaciones y busca establecer un principio general de manera más clara y robusta: el poder es siempre transitorio y debe estar al servicio de la gente.
Señor presidente,
Toda democracia exige un compromiso con la defensa de los derechos humanos; fundamental para proteger la dignidad y la libertad de cada individuo y brindar legitimidad al poder político.
El Gobierno dominicano está profundamente comprometido con la protección de los derechos humanos a nivel nacional e internacional. Este compromiso forma parte integral de nuestra política exterior, que establece la promoción y defensa de los derechos humanos como uno de sus principales pilares. Aquí no hay cálculos ni bandos, tan solo principios.
Por eso, la crisis en Haití merece una atención especial. Desde hace más de tres años, la inestabilidad en el país vecino ha generado una presión significativa sobre nuestra seguridad. Venimos solicitando con firmeza el involucramiento de la comunidad internacional en un rol protagónico y sostenido en la estabilización de Haití. Esta es una necesidad estratégica para la seguridad en mi país y en toda la región.
El Estado dominicano ha asumido una alta responsabilidad ante la crisis haitiana que va mucho más allá de lo que le corresponde, proporcionando servicios esenciales a una gran población proveniente del país vecino.
En 2023, las atenciones médicas a inmigrantes haitianos representaron el 12% del total de los servicios prestados a través de nuestro sistema de salud pública.
Además, actualmente hay cerca de 200 mil menores extranjeros en el sistema educativo público dominicano, de los cuales se estima que 147,906 son de origen haitiano.
Estos datos reflejan la gran carga económica y sentido humanitario de República Dominicana, pero solos, no podemos.
Después de un largo batallar por la aprobación de varias resoluciones en el Consejo de Seguridad, finalmente se empezó a vislumbrar un camino hacia la estabilidad con la creación del Consejo Presidencial de Transición y la llegada de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití.
Aprovechamos la ocasión para agradecer a Kenia y al presidente Ruto, que ha cargado con la mayor parte de los efectivos que apoyan a la Policía Nacional Haitiana, y a Estados Unidos, país que ha asumido la mayor carga financiera y logística. También a Jamaica, Bahamas y El Salvador que ya han enviado sus aportes. Asimismo, a CARICOM por sus esfuerzos en favor del diálogo y la concertación en Haití.
Hasta ahora solo se han desplegado 400 efectivos de la MSS de un mínimo de dos mil requeridos para que la fuerza sea efectiva. Sin embargo, hoy día no se han depositado en el fondo fiduciario para Haití, los recursos requeridos para lograr el despliegue pleno de la fuerza y alcanzar los objetivos de pacificación y respaldo a la eventual celebración de elecciones libres, justas y transparentes.
¡Señores! hemos llegado a este punto con grandes sacrificios, pero a prácticamente un año de la celebración de las elecciones en Haití, aún no están dadas las condiciones para ello. No podemos permitir que los esfuerzos hasta aquí alcanzados se desplomen, pues de lo contrario el colapso de Haití será inminente y sus consecuencias alcanzarán a toda la región. Esta misión significa una excepcional esperanza para el restablecimiento de la normalidad en Haití. Un fracaso podría implicar la necesidad de adoptar medidas drásticas para proteger nuestra seguridad nacional.
Es inaceptable que a estas alturas algunos de los países que han tenido incidencia en la situación haitiana o que se han comprometido con su solución, no hayan cumplido plenamente con sus promesas. Mientras la seguridad nacional de mi país esté implicada, no cesaré de reclamar por la estabilidad de Haití.
Señor presidente,
República Dominicana y el gobierno que presido, seguirán colaborando con la comunidad internacional de manera solidaria y comprometida para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El panorama global nos exige actuar como una comunidad cohesionada, como un verdadero concierto de naciones, con una meta común y una visión de futuro.
Seremos evaluados por la historia, no solo por los discursos que pronunciemos en estos ilustres espacios, sino, de manera más importante, por las acciones que emprendamos en la práctica.
No podemos fallarle a nuestros pueblos.
No podemos fallarle a la humanidad.
No podemos fallarle al futuro.
Muchas gracias.