Diplomacia de vergüenza

Diplomacia de vergüenza

Diplomacia de vergüenza

República Dominicana ha tenido una diplomacia arrodillada en lo relativo a nuestra relación con Haití.
Un Presidente dominicano fue “carreliado” por las calles de Puerto Príncipe cuando salía del Palacio Presidencial de ese país en medio de una visita oficial.

Una embajada tomada por asalto y la bandera dominicana quemada por una turba instada por funcionarios de primer nivel. Un gesto de otro Presidente dominicano de iniciar un plan de cooperación para reforestación fue respondido 24 horas después con una veda de productos cárnicos, sin mayores fundamentos que una mentira.

Los dos ministros más encumbrados de un gobierno y otro habían firmado un acuerdo de buena voluntad en la base aérea de San Isidro para que otra vez, al día siguiente, se despachara el entonces Presidente de Haití a decir hasta barriga verde de República Dominicana en una reunión del Caricom.

El actual canciller dominicano anuncia con gran regocijo, desde Haití, que esas autoridades decidieron levantar la veda impuesta sin ninguna justificación, pero no bien se había distribuido la nota informativa cuando ya los jefes de ese país decían que no sabían nada.

La Cancillería dominicana también había proclamado que el secretario general de la OEA admitía que fue un error la inclusión del país en la lista negra de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH).

Decía la Cancillería que Almagro le había dicho que le diría a la CIDH que rectificara ese error.

La respuesta llegó ayer con un “no hubo ningún error” y le agregan que RD prometió acatar sus recomendaciones, que incluye modificar la Constitución de la República para que todo el que diga haber nacido aquí le entreguen la nacionalidad dominicana.

La diplomacia dominicana da pena y vergüenza, en especial en el tema haitiano.



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