Suele ser muy fácil desilusionarse, caer en dudas o en la desesperanza cuando pasas por un sinnúmero de dificultades, procesos o “pruebas” (como le llamamos los cristianos) a las situaciones adversas que nos golpean.

Puede que te preguntes dónde está Dios o si Él es indiferente a tu situación cuando intentas, una y otra vez, vencer las distintas tormentas que se empeñan en derribarte de tu salvavidas; pero no, Dios no te ha olvidado. Es que Él quiere hacer de ti un guerrero “a prueba de todo”.

Dios está formando tu carácter, tu postura y fortaleza para hacerte impermeable ante las tormentas; inquebrantable ante los golpes y resistente a cualquier viento. Él quiere de ti algo más que un simple soldado que se alista para la guerra, sino de los que están al frente, en la primera línea de combate, preparado y listo para matar a cualquier gigante.

David no se imaginó que Dios lo estaba preparando para derribar a Goliat cada vez que se tenía que enfrentar a los osos y leones que lo atacaban a él y a sus ovejas en el campo. No se imaginó que Dios le iba a dar como hijo al hombre más sabio del mundo (Salomón) cuando sufrió la muerte de su primer hijo con Betsabé.

Tampoco supo que la formación que recibió mientras huía de la persecución de Saúl le permitiría saber esconderse, luchar y volver a recuperar su reino cuando su hijo Absalón lo destronó; pero David sí sabía una cosa: que Jehová “te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”, Salmos 91:3-4.

Así que no te impacientes, más bien gloríate en las tribulaciones, sabiendo que estas producen paciencia; y la paciencia, prueba, y ésta esperanza (Romanos 5:3-5). Mejor escudriña para qué Dios te está formando.