Siempre se ha dicho que gobernar no es fácil y que se requiere de mucha sabiduría. Esa afirmación adquiere mayor notoriedad en tiempos de crisis como la que estamos viviendo en la actualidad.
El país se enfrenta al gran dilema de reabrir la economía aún en medio de la curva ascendente de los casos de contagio del nuevo coronavirus Covid-19 o mantener las restricciones justificadas por la crisis sanitaria.
No sobran los que pontifican asumiendo como correcta una u otra alternativa, pero lo cierto es que la decisión es difícil para quien tiene que tomarla.
Por un lado la economía afecta al 100 por ciento de la población y el semicierre de muchas actividades productivas la ha lastimado a tal punto que el desempleo se habrá disparado, la tasa del dólar va en aumento, el turismo tomará muchos meses recuperarse y las remesas se han reducido.
Al otro lado de la moneda vemos como los casos de contagio promedian más de 300 al día y un desbordamiento podría dificultar la capacidad de atención de los casos graves y aumentar la tasa de letalidad
En todo caso, la participación de la población es indispensable para sortear estos momentos difíciles, el país resistirá y tiene el potencial para recuperarse.