LONDRES .- Hubo una época en que escenas como ésta en el Parque Olímpico de Londres no hubieran ocurrido: el príncipe Guillermo, heredero del trono británico, corriendo por la pista con su esposa, la duquesa de Cambridge, y su hermano, el príncipe Enrique, entre los vítores de otros corredores durante una carrera de relevos para promover la salud mental. Fue un gesto tan humano. T
an accesible. Tan estilo Diana. La princesa Diana, una maestra de preescolar catapultada a la fama por su matrimonio con el príncipe Carlos, arrastró a la estirada realeza de Gran Bretaña al mundo moderno.
Diana tuvo una conexión directa con el público – corriendo una vez su propia carrera en una amplia falda blanca y un suéter holgado – y promovió causas mucho más allá de lo convencional para la época, como el retiro de las minas terrestres y la investigación del sida.
Ese vínculo sigue vivo a través de sus dos hijos, quienes adoptaron el acercamiento más personal de su madre a la monarquía y en el proceso revitalizaron la institución.
«Ella fue la primera integrante de la realeza que realmente llegó al corazón del público», dijo Sandi McDonald, una mujer de 55 años del sur de Londres, afuera de una exhibición de los vestidos de la difunta