Hay que estar muy loco, o sea haber perdido la razón o tener tan poco juicio que se disparata imprudentemente, para sugerir seriamente que en la República Dominicana existe hoy algún peligro de que el triunfo electoral del PLD signifique la instauración de una dictadura.
Más que risible, es un insolente atrevimiento menospreciar el sufrimiento de todas las familias que padecieron en sus vidas y patrimonios una satrapía como los 31 años de Trujillo. Y también estuvo el otro rigor de la “dictablanda” legal de Balaguer del 1966 al 1978.
Un país con más de una docena de periódicos, igual número de noticieros de TV e incontables emisoras de radio, todos libremente informando y opinando difícilmente pueda ser dictadura. Una nación con separación de poderes, influyentes asociaciones empresariales, gremios profesionales y sindicales, iglesias y entidades cívicas, híper-comunicada interna y externamente, ¿cómo pudiera ser dictatorial?
Obran fuera del cajón de votos Luis Abinader y su PRM al ensuciar el prestigio del país con su falaz denuncia, infundamentada y penosa. ¡Vergonzoso pataleo ante-diluviano!
