La isla de Santo Domingo está compartida por dos países, con una ubicación estratégica en el Caribe, bañada por varios mares, pero aun así, uno y otro, tanto Haití como la República Dominicana, en un día como hoy, dedicado al Medioambiente, no cuentan con un plan consensuado para la conservación sana del hábitat en la isla.

En ese sentido, el Día Mundial del Medioambiente nos llega viviendo bajo un estado de expectativa binacional y pocos resultados. Y, ciertamente, con tantas tareas pendientes República Dominicana forma parte del concierto de países que están en deuda con el planeta, con el hábitat en nuestra condición de territorio insular y con las futuras generaciones que esperan recibir un país bajo buenas condiciones ambientales de convivencia.

En el plano nacional el Ministerio de Medio Ambiente tiene una incidencia capital, tanto en ayudar a preservar el ecosistema, la calidad del aire, del agua, así como para evacuar disposiciones que impidan prácticas contra su degradación, la tala indiscriminada y asesina de árboles y los incendios provocados que atentan contra importantes reservas naturales y acuíferas del país.

Las responsabilidades ante el Día Mundial del Medioambiente también reclaman, hoy y de manera permanente, una fortalecida vigilancia de la sociedad civil ante los daños a la tierra y la violación de las normas de protección medioambiental.