Independientemente del resultado, no importa quien gane de los dos candidatos oficialistas, el Gobierno tendrá que enfocarse, de inmediato y sin pérdida de tiempo, en el diseño y la distribución de las partidas del presupuesto de la nación para el año 2020.
La importancia de esta pieza radica en todos los compromisos económicos que tendrá que tomar en cuenta en el periodo que correrá desde principios de enero hasta el 16 de agosto, ya que el Gobierno, a partir de esa fecha, solo tendrá siete meses y algunos días al frente del Estado.
De manera que, debido a la importancia que revestirá la pieza, y que tendrán que compartir dos gobiernos, -independientemente de la definición electoral que surja de las urnas- será conveniente pensar en hacer consultas al más alto nivel de los principales partidos contendores en el presente proceso electoral.
Así como escuchar las opiniones de organismos descentralizados e instituciones académicas que demandarán una mayor asignación presupuestaria.
No hay que tener una bola mágica para saber que será un presupuesto que incidirá en la salud de la democracia dominicana, ya que parte de sus partidas estarán sujetas a las inversiones que hará la Junta Central Electoral y otros organismos y altas cortes, que tendrán como bandera la garantía de elecciones nacionales pulcras y transparentes.
De manera que el diseño y la aprobación del nuevo presupuesto requiere de una voluntad férrea para tomar grandes decisiones.
