Después de la tempestad, viene la calma. Ha llegado la hora de aplicar esa máxima en nuestra República Dominicana, que milagrosamente pudo sobrevivir tras la tormenta electoral.
Que podamos volver a encender la radio y la televisión sin tener que fumarnos una y mil veces los jingles o los vídeos de promoción política repetidos hasta la saciedad. No hay que ser muy optimista para pensar que muchos comentaristas y analistas políticos desaparecerán del mapa en el menor plazo posible.
Que sea posible transitar otra vez por las calles y avenidas sin tropezarnos con un bandereo o una caravana proselitista.
Que haya razones para esperar que pronto serán retiradas las vallas promocionales de los candidatos aspirantes a cargos electivos.
Que no sea una utopía aspirar a que surjan otros temas de conversación que reemplacen la discusión política, las imputaciones vergonzantes, los dimes y diretes vacíos de contenido.
Que los periódicos, de ahora en adelante, dispongan de más espacio para tratar temas no necesariamente políticos
En fin, que sea verdad que después de la tempestad viene la calma.