“Desmóntense del vehículo, párense ahí, hay que revisarlos”

“Desmóntense del vehículo, párense ahí, hay que revisarlos”

“Desmóntense del vehículo, párense ahí, hay que revisarlos”

Militares custodian el paso peatonal en el punto de intercambio comercial entre ambas naciones. elieser tapia

DAJABON.-Hay puntos en la frontera dominico-haitiana donde parece que no hay ley.
La preocupación, la tensión del ambiente, las miradas sigilosas y el susurro de los que allí hacen vida productiva atemorizan a los más sagaces visitantes.

Los caminos son estrechos y de tierra, pendientes repentinas ponen a prueba los vehículos, los cuales a la vez son cubiertos por la arboleda circundante.

A raíz del sepelio de Jovenel Moise, la frontera volvió a cerrarse temporalmente. ELIESER TAPIA

Cualquier cosa puede pasar.
Es donde adquiere especial significado la labor que realizan los militares apostados estratégicamente en pequeños grupos de dos y de tres, mientras que algunos de sus compañeros se trasladan de un lugar a otro en unidades motorizadas.

Suelen mantener comunicación entre sí y hacen cálculos del tiempo en que un transeúnte cruza de un punto a otro.

“Si alguien accede por un camino se informa a la unidad que está más adelante. Si la persona no llega en el tiempo indicado, se sale a buscar inmediatamente”, explicó el coronel del Ejército, Desiderio Durán.

Indicó que deben tomar medidas extremas con los visitantes dominicanos, pues “aunque sea territorio nuestro”, su cercanía con Haití lo convierte en terreno de especial cuidado.
“Nosotros somos responsables de cualquier ciudadano que ande por estas tierras, si le sucede algo, somos los primeros responsables de su integridad física”.

Revisión
Con ayuda de un nacional dominicano, un equipo de EL DÍA bordeó los límites fronterizos internándose en un área boscosa en busca de conocer de cerca la forma en que conviven los habitantes fronterizos.

Tras cuarenta minutos de camino y completamente desorientados, algunas sospechas sobre el guía gratuito empezaron a surgir.

El jefe del Ejército, mayor general Julio Florián Pérez, inauguró un centro militar.

Fue en ese momento cuando fueron alcanzados por dos militares que iban a bordo de una moto, quienes de inmediato ordenaron parar la marcha, preguntaron por identificaciones y se ofrecieron a acompañar al grupo hasta un lugar de mayor circulación de personas.

El guía desapareció.
Ya próximos a un chequeo y a pesar de estar acompañados de militares, fueron detenidos por una patrulla que esperaba en el camino.

“Desmóntense del vehículo, párense ahí, hay que revisarlos”, dijo un sargento que comandaba la unidad. No bastaron las identificaciones, ni las palabras de sus compañeros informándoles se trataba de periodistas, había que revisar. No quedó una goma, un bulto o algunos de los equipos sin ser analizado minuciosamente.

Desconfianza
“Nunca se sabe quién es quién y a mí nadie me da órdenes para indicarme que no haga mi trabajo, aún si se tratase de un superior. Ellos (los militares del motor), creen que porque son de aquí van a mandarle a uno, pues no, aquí el trabajo se hace”.

Esta fue la explicación dada por el suboficial. Su acción se corresponde con los retos que deben esporádicamente enfrentar con los traficantes de indocumentados, de armas, de drogas y de ajo.

También con rateros que acceden a territorio dominicano en busca de reses y que en algunas ocasiones “reciben ayuda de ciudadanos dominicanos”.

El gobierno central ha prometido crear un cordón fronterizo de empresas, de manera tal que la presencia de personas limite los ilícitos.

Contexto actual

—1— Cierre
La frontera fue cerrada tras el magnicidio de Jovenel Moïse en Haití
—2— Apertura
El gobierno dominicano decidió abrirla por razones humanitarias.
—3— Seguridad
La presencia militar ha sido reforzada como prevención ante posibles disturbios.



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