SANTO DOMINGO.-Una mezcla de frustración, desesperación y esperanza se apodera de miles de haitianos residentes en República Dominicana que a horas de vencerse el plazo aún no han podido depositar sus papeles para acogerse al Plan Nacional de Regularización conforme a la ley 169-14. Saben que, como en los cuentos de hadas, a partir de la medianoche su vida podría cambiar definitivamente, y no precisamente con un final feliz.
En los alrededores del Ministerio de Interior y Policía, cuya sede está en el edificio de oficinas gubernamentales Juan Pablo Duarte, conocido popularmente como «El Huacal», cientos de inmigrantes haitianos (no vimos de otra nacionalidad) esperan ansiosos. Están aquí desde ayer, otros desde las tres de la mañana y algunos llevan días yendo y viniendo en procura de que les tomen sus datos biométricos, un paso básico para poder recibir sus documentos como residentes legales en el país.
A las nueve de la mañana de hoy, alrededor de 300, los más afortunados, habían logrado pasar el cordón policial y estaban ya dentro del Huacal haciendo una larga fila. Con quienes logramos hablar se sentían a «un paso de la gloria», pues por fin obtendrían sus documentos como residentes legales en el país.
Los que aún permanecen afuera, comienzan a desesperarse a medida que avanzan las horas. Un contingente policial, más de uno con la macana «sobá» por si hace falta, los mantiene a raya. Algunos agentes se muestran amables con los extranjeros, otros en cambio tienen una actitud hostil. Pero hasta el momento no se han producido enfrentamientos.
Sonia Francoise González, de 48 años, es dominicana hija de haitianos, acompaña a su hija Soneta, una morena de ojos grandes de unos 24 años, también hija de haitianos. Explica que desde hace seis meses está tratando de regularizar su situación, viniendo al Huacal lleva tres días dando viajes detrás del documento para su hija y lo único que ha conseguido es una alergia, pero esto le preocupa poco, ella solo quiere que su hija esté legal para que no la deporten. Finge estar en calma, pero tan pronto comienza a hablar se reflejan sus temores y confusiones.
Sonia Francoise Gonzalez y su hija Soneta.
«Soneta nació en Pedernales, con nombre mío, pero en ese tiempo yo no tenía documentos, y como es mi hija y nació aquí, yo quiero que esté legal y por eso fue que la me metí en esto (el proceso de Regularización), pero esto es una zozobra», dice la mujer mientras su hija la observa con timidez.
A su lado, Junior, un estudiante haitiano que lleva seis años en el país está menos tranquilo. Discute con un sargento que amenazante le dice: «ya tú te estás pasando. Te he visto discutir tres veces, te conviene mantenerte tranquilo».
Junior muestra su pasaporte y otros documentos y le reclama al agente que ha venido en tres ocasiones y que en dos ocasiones lo han devuelto llegando ya a la puerta, pero el policía le recomienda que se esté tranquilo, mientras acaricia su macana. El pleito de la piedra y el huevo.
Samir Santos, director ejecutivo del Plan Nacional de Regularización, dijo que aproximadamente 250 mil extranjeros se han inscrito desde que inició el proceso hace 18 meses. Explicó que entre el 97 y el 98% de los solicitantes son haitianos. Nadie sabe con certeza cuántos haitianos indocumentados residen en República Dominicana. Las estimaciones van desde 500 mil hasta más de un millón.
Mientras tanto, a medida que avanzan el reloj y se acerca la hora final, aumenta la desesperación entre los inmigrantes haitianos, muchos de los cuales llevan décadas residiendo en territorio dominicano y han procreado hijos en el país.
Si no logran inscribirse en el Plan antes de la medianoche, corren el riesgo de ser repatriados y dejar aquí a sus hijos y ver truncados sus aspiraciones de tener al menos un trabajo donde ganar al menos un salario mínimo que les permita sobrevivir.
