Es un impulso que nos mueve a desear un encuentro íntimo pasional con alguien o a autogratificarnos.
Ciertas condiciones permiten que aparezca este deseo sexual: bienestar físico y emocional, las experiencias previas de intimidad, la relación afectiva con la persona objeto del deseo, el erotismo y sensualidad del otro, películas o lecturas.
La persona con libido adecuado, siente emoción, tiene pensamientos sexuales y está dispuesto en cuerpo y mente a tener un encuentro sexual o a autogratificarse.
La mayoría de personas sin trastornos o disfunción sexual, principalmente los primeros tiempos de la relación de pareja, pasan mucho tiempo pensando en la intimidad sexual y con la libido muy elevada especialmente los hombres.
Es natural hasta que la relación va avanzando y estos pensamientos y fantasías sexuales van esparciéndose.
Esto no significa que su libido esté disminuyendo, solo que ya se va equilibrando la relación y y no solamente está basada en la emoción y espontaneidad.
Cuando la relación va madurando y equilibrándose no necesariamente tienes que tener deseos de estar con tu pareja íntimamente para disfrutar de un encuentro sexual maravilloso.
Muchas veces no piensas durante mucho tiempo en tu pareja en términos sexuales, sin embargo, la libido se despierta con un ambiente adecuado y propicio para la intimidad, música, vestuario sensual, besos, caricias, toques.
Existen disfunciones del deseo sexual, la más importante y frecuente es el deseo sexual hipoactivo, más frecuente en mujeres. Las abordaremos en la próxima columna ya que la salud sexual tanto de hombres como mujeres, se compromete cuando se afecta la libido.