Desde el punto de vista de un productor agrícola, los dominicanos venden a consumidores extranjeros en muchos lugares, pero en ninguno de ellos como en Estados Unidos, Haití y la propia República Dominicana.
Son afirmaciones interesantes sobre las que vale la pena reflexionar, porque cuando un país tiene socios comerciales que demandan su producción, o parte de ella, es natural, y hasta conveniente, que los cuide.
Y ninguna manera mejor para protegerlos que asegurándoles suministro a tiempo, calidad e inocuidad de los artículos, si se trata de alimentos, medicamentos o mercancías para el cuidado personal.
La afirmación acerca de lo que genera nuestra agropecuaria y los mercados a donde va a dar en mayor cantidad es de Osmar Benítez, presidente de la Junta Agroempresarial Dominicana.
Lo dijo mientras hablaba de Haití como receptor de una parte importante de lo que produce el campo dominicano y, desde luego, de la mano de obra necesaria para hacerlo posible.
Visto de esta manera, el turismo como actividad económica no es sólo hoteles, playas, agencias de viajes y lugares bonitos a donde van extranjeros y nativos a divertirse. Es también el acondicionamiento de espacios para vender, en este caso desde la agropecuaria, sin trámites ni barreras comerciales como las que levantan los Estados para proteger su producción y alcanzar beneficios.
Una concienciación apropiada sobre esta realidad, no sólo entre productores, deben tenerla relacionados con el negocio y los que no, de modo que avance una mejor valoración y cuidado del turismo como dinamizador de la economía dominicana.
Decimos cuidar y parece sencillo, pero no lo es, porque ello implica hacerse consciente, alcanzar una idea del valor de las cosas y de aquello que las hace posibles, como los bienes naturales, las inversiones y los visitantes.
Son puntos de vista que no estarán presentes en los programas de gobierno de la política, pero que tienen un alto valor estratégico para el pueblo dominicano.
