
Nuestros políticos y funcionarios del Estado, ya sean electos o designados, llevan años sembrando un sentimiento de desconfianza que crece cada vez más entre la ciudadanía.
Todos somos testigos de cómo parecen tener respuestas para las necesidades de la gente y soluciones para los problemas del país, pero solo mientras no están en posición de actuar. Esa es la estrategia clásica de la oposición: detectar y magnificar cada error, pero cuando les llega la oportunidad de gobernar, esos problemas dejan de existir o dejan de ser importantes.
Siempre criticaré la hipocresía de quienes nos gobiernan, porque muchos se aprovechan de la ignorancia y la necesidad de la gente.
No es honesto que un aspirante a regidor, diputado o senador se presente ante una comunidad prometiendo obras y soluciones que ni siquiera los gobiernos centrales han podido cumplir, sabiendo de antemano que no tienen, ni tendrán, la capacidad de hacerlo.
Luego, cuando logran su objetivo, el voto que los lleva a la posición que anhelaban, se comportan como malagradecidos. Se olvidan de quienes los apoyaron, aquellos que los vieron pasar de dirigentes comunes a funcionarios importantes.
Es entonces cuando aparece el ego, como ocurre también con muchos designados mediante decreto, que de inmediato se creen seres de otra galaxia. Quienes los conocen desde siempre ya no tienen acceso a ellos, y los pocos que lo logran deben esperar horas para ser recibidos en sus oficinas.
No debería ser tan difícil para la gente tener acceso a un funcionario. Incluso cuando se trate de pedir algo, como suele pensarse, toda persona merece un trato digno y la oportunidad de ser escuchada, sea conocida o no, porque el funcionario está para servir.
Sin embargo, muchos prefieren recurrir a la hipocresía y la mentira para proyectar una buena imagen pública.
Presumen de tener las puertas abiertas y de estar al servicio del pueblo. Hablan con elocuencia sobre la juventud y sus necesidades, sobre la violencia contra la mujer y los derechos de la niñez, pero hacen poco o nada para contribuir con soluciones reales.
Y, en algunos casos, ni siquiera muestran la sensibilidad de atender una denuncia. Eso sí: son los primeros en salir a lamentarse cuando ocurre una tragedia.
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José Miguel de la Rosa
Egresado de la carrera de Comunicación Social, mención Periodismo, por la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA). Posee diplomados en comunicación política, periodismo de datos, periodismo digital, entre otros. Cuenta con más de 13 años de experiencia en el ejercicio periodístico, con ...