Desaparecidos en su patria

Desaparecidos en su patria

Desaparecidos en su patria

Wilfredo Mora

En un panel internacional, compuesto por profesores de tres latitudes (Colombia, Estados Unidos y República Dominicana), llevado a cabo por la Universidad Iberoamericana (Unibe), en una fecha ya pasada, se debatió el más crucial de los fenómenos de la desviación social en nuestro país, República Dominicana: los deportados de cárceles estadounidenses.

El título de la actividad que se utilizó de fondo: la criminología cultural y la filosofía. Los panelistas dividieron en tres partes integrales sus opiniones.

En primer lugar, la jerarquía de la credibilidad, en la que nos tocó exponer las teorías de la desviación de los repatriados, con o sin simpatía de los sujetos estudiados, que el investigador-criminólogo refleja en sus opiniones; en segundo lugar, la filosofía de la desigualdad social y de la corrupción, casi como un sentido de pertenencia, de que los latinoamericanos tenemos necesidad de ser parte de una polis, sin importar los valores que, en definitiva, todos hemos construido en América Latina, la búsqueda de una identidad perdida en la que el Caribe es un país del Norte.

Valores políticos, mecanismos de exclusión, que sirven igualmente como valores políticos, y que luego se convierten en corrupción en la forma de un fetiche del poder político.

En último lugar, pues, el neoliberalismo el fenómeno de los deportados dominicanos, a quienes para analizarlos en una triple dimensión: las drogas, el terrorismo y los inmigrantes, es necesario reconocerlos como desaparecidos en su propia patria.

Estos puntos, si lo contextualizamos, en relación a los deportados nacionales, constituyen un triple castigo, ya que la deportación tiene los efectos de una cultura de silencio, es una realidad dura ser un deportado, y de tener en lo adelante una nueva identidad. Esta preocupación la hay que considerarla o analizarla con cierto rigor, para no ocultar ni alterar lo sucedido cuando de deportación se trata.

En el estudio de la deportación, de la desviación que los vincula, surge el problema de la estructura social, en la que las partes involucradas son las que revelan una relación de jerarquía organizada entre sí, en un conflicto organizado.

Unos (los deportados) están representados por sujetos desorganizados, y el investigador puede dar crédito a cualquiera de las partes que componen a los subordinados, por estar carentes de información. Provocamos una situación de parcialidad cuando contamos las historias de ellos, como si ese fuera el propósito de investigar el fenómeno en cuestión.

Cuando decimos que todo investigador es unilateral, asumimos que la verdad que dicen los subordinados respecto de una situación, tiene que ser investigado por las autoridades (los investigadores).



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