¿Es Juan Pablo Duarte un prócer bastante conocido por los dominicanos de hoy? En la opinión de Roberto Cassá, historiador y director del Archivo General de la Nación, la vida y obra del padre de la patria ha sido bastante difundida desde el último quinto del siglo XIX, cuando un sector de la sociedad dominicana de entonces discutía cuál de los grandes próceres debía llevar el título de Padre de la Patria.
Y tiene razón el profesor Cassá. Desde el punto de vista documental y testimonial debe haber bastante para todo interesado en su vida y su obra.
Es pobre, sin embargo, la información gráfica, un hecho que ha dejado por la cuenta de artistas la concepción de cómo era el patricio o cómo debemos verlo. Esto no es poca cosa, porque en ausencia de una fotografía, dibujo o retrato realista de los días del vigor de su juventud o su madurez, habría que acogerse a justificaciones artísticas.
Del siglo XIX, en el que vivió y promovió sus ideas acerca del pueblo dominicano, la dominicanidad y la independencia nacional, los dominicanos de hoy heredamos tres íconos de Duarte: una fotografía tomada en Venezuela cuando se acercaba al final de su vida, un cuadro y un busto, estos dos últimos salidos de las manos y las técnicas de Abelardo Rodríguez Urdaneta, un artista que no lo conoció.
Esta carencia es hoy día causa de malos entendidos y reproches cuando surge uno de esos espíritus libres que rompen con lo que ha venido a ser el “canon gráfico”, o icónico, del padre de la patria.
Para cualquier dominicano de hoy acomodarse a la iconografía clásica de Duarte, digamos que es fácil, no así del patriota incómodo que todos deberíamos pujar por llevarlo en nuestro pecho e imaginación: el Duarte ético.
He ahí el desafío del Padre de la Patria en el 210 aniversario de su nacimiento.