La efemérides de hoy da pie para algunas reflexiones sobre los avances de la República Dominicana en el proceso de discriminación por la condición de ser hombre o mujer.
Aunque no se haya celebrado mucho, quizás por la vocación del dominicano de preferir el menosprecio de lo propio, el nuestro se encuentra entre los pocos países que ha eliminado totalmente la discriminación contra la mujer en su sistema jurídico.
Por el contrario, ha implementado algunas leyes que imponen lo que se llama “discriminación positiva”, es decir; que confiere cuotas mínimas para la mujer.
De igual manera, algo que tampoco se divulga mucho, las estadísticas de la Tesorería de la Seguridad Social indican que el promedio salarial de las mujeres es superior al de los hombres.
Esto último viene acompañado de otra realidad: más mujeres tienen formación universitaria, con mejor rendimiento académico.
Vistos estos datos reales, pareciera que estamos en el Estado ideal para la mujer.
Pues no.
Porque la discriminación contra la mujer aún permanece en la psiquis nacional, ya que se entiende que esos avances son “concesiones” y no derechos.
Aún un segmento importante de la población mira a la mujer como objeto con propietario. En cierta medida eso explica las altas estadísticas de feminicidios.
Es cierto que como sociedad hemos avanzado mucho con relación al respeto de los derechos de las mujeres, pero todavía nos falta mucho camino por recorrer.
