El Día 
En mi prolongada carrera periodística he pasado prácticamente por todas las dependencias de la Redacción, menos por la de Deportes ni la de Sociales.
Ambas especialidades exigen unos conocimientos muy particulares y demandan, en quien las ejerce, una vocación especial que confieso no tener.
Hoy me atrevo a incursionar, indirectamente, en el ámbito deportivo, o mejor dicho, cuasi-deportivo, y admito que lo hago de una manera nada divertida.
Me refiero al hurto de que fueron objeto varios asistentes a un juego de béisbol en San Cristóbal, entre ellos un ex lanzador y un dirigente de Grandes Ligas, ambos dominicanos, a quienes los ladrones les sustrajeron de sus respectivos automóviles valiosos objetos personales, entre ellos dos pistolas.
Cuando leí la información en EL DÍA de ayer, no supe si lamentar el robo o alegrarme con el suceso, porque no concibo a un deportista (que se supone modelo para la juventud) portando un instrumento de muerte.
Un amigo me ha dicho que estoy equivocado, que aquí hay que andar armado porque no hay seguridad ciudadana y siempre se está en riesgo.
Aunque en parte le concedo razón a quien tal cosa me razona, soy opuesto por principio a que los civiles tengamos que vivir armados.
Desarme total, es la solución. Y sanciones severas, sin excepción, para los que no se sometan al mismo.
