No es nueva, pero nadie aparentemente quiere hacerle caso a la denuncia de que agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas incurren en la práctica de ponerles estupefacientes a los jóvenes del sector de Capotillo.
En esa barriada existe un total malestar por esta situación, ya que jóvenes que no están involucrados en actos delictivos ni reñidos con la ley, según los moradores y sus familiares, son apresados de manera arbitraria.
La Procuraduría General de la República debe iniciar, por lo menos, una investigación con la constante denuncia de los habitantes de ese sector, problema que tampoco es ajeno a otras barriadas, en las que se acusa a miembros antidrogas de proceder en violación de los derechos humanos.
En Capotillo y zonas aledañas se han organizado marchas y protestas para llamar la atención de las autoridades, pero nadie ha prestado atención a esos reclamos, mientras continúan los arrestos de jóvenes.
Persiste inseguridad
Otra demanda que hay en los barrios del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo es que las autoridades policiales garanticen la seguridad y la tranquilidad. Cada día se reportan varias personas asesinadas o víctimas de atracos, muchas veces por la falta de un efectivo patrullaje.
Los residentes de los lugares marginados no se creen la estadística del jefe de la Policía Nacional, mayor general Manuel Castro Castillo, de que la delincuencia ha bajado significativamente, cuando conviven con los delincuentes y temen salir de sus hogares.
Se denuncia que la vigilancia de los agentes policiales es esporádica en casi la mayoría de los barrios, aunque existan querellas sobre hechos delictivos que inquietan y que atemorizan. Así están las cosas.