De acuerdo con los reportes de los medios de comunicación, las opiniones de algunos médicos especialistas y referencias entre relacionados, el dengue está teniendo este año una incidencia extraordinaria.

Las altas temperaturas todavía en curso y las lluvias, sin que se pueda decir de este año que ha sido excepcionalmente pluvioso, deben estar en la base de una población de mosquitos fuera de lo común y de la consecuente transmisión del virus que transmiten.

También debe de estar incidiendo en la inusual incidencia del virus, la atención de la gente ante cualquier síntoma de enfermedad, la cual debe ser una herencia positiva de la atención prestada por los individuos y las instituciones a la salud durante la pandemia.

Así que no tiene que ser considerada una exageración de las familias o de los individuos, que ante síntomas como fiebre o dolores corporales no dudan en acudir al médico.

Bajo condiciones normales de los años previos a la pandemia es posible que muchos de los que hoy acuden a los hospitales se hubieran quedado en casa tomando tisanas o calmantes.

En algunos casos cuando llegaban a un centro de salud podían estar en condiciones agravadas por alguna aspirina, o la ingesta de algún medicamento que la contuviera, algo desaconsejado por los médicos, pero pocas veces atendido por los afectados por el virus.

Ahora la población puede estar viviendo un momento de temor ante una enfermedad que en ocasiones ha cobrado muchas vidas. Pero la realidad puede ser otra.

Y es que, ciertamente, tenemos dengue, ¡mucho dengue!, acompañado de un poco más de conciencia acerca de la mejor manera de tratar con una enfermedad, que no es otra que ponerse en manos de quienes conocen la medicina.