El viernes pasado explicaba cómo el PLD, el PRD y el PRM no existen ya como partidos, debido a la ausencia de ideología y el clientelismo electoral.
Esta situación es muy grave para la democracia dominicana, ya que no es posible que siga existiendo sin partidos políticos articulados e ideológicamente definidos.
Toda sociedad contemporánea está dividida en clases sociales, articuladas esencialmente a la propiedad y los roles que juegan los individuos en las funciones productivas.
Si el Estado está al servicio de los sectores económicamente más poderosos o simplemente no asume políticas que beneficien a los sectores carentes de recursos, entonces la explotación de los más pobres se perpetua.
Los partidos políticos, y más en el caso dominicano, se forman por segmentos de los sectores que no tienen poder económico y buscan transformar desde el Estado esa situación.
Si sus líderes no los traicionan -lamentablemente es lo más común- acumulan poder social que les permite pasar a dirigir el Estado y cambiar de diversas maneras esa situación.
La manera en que los partidos políticos interpretan la realidad social y proponen cambios a dicha situación, constituye en diversos grados su ideología.
Si los partidos no existen como organizaciones, y mucho menos poseen ideología, entonces las candidaturas que llevan las etiquetas partidarias son simples promociones para individuos que quieren escalar en la sociedad acumulando riqueza y poder.
Y para lograrlo deben engañar a sus votantes convenciéndolos de que su triunfo será una mejoría para sus vidas. Por esa vía la democracia se prostituye.