
Al ver las imágenes de los buques norteamericanos emplazándose frente a las costas de Venezuela, no puedo evitar pensar en las imágenes de naves similares frente a la ciudad de Santo Domingo en 1965.
Hoy los alegatos son “la democracia” y la “lucha contra el narcotráfico”.
Pero en 1965 vinieron precisamente a impedir el retorno de la democracia. En 1965 fueron las tropas de ocupación, y luego sus agencias, enseñaron a nuestro pueblo a usar drogas. Se las regalaban a los jóvenes como manera de corromper nuestros valores sociales.
Hoy movilizan tropas en contra de aquellas cosas que ellos mismos promovieron en nuestro país: dictadura y drogas.
Pero no por eso dejan de ser coherentes. Al contrario, son muy coherentes. Pues en ambos casos, como en cada una de sus acciones, la verdadera razón son sus intereses. Antes como ahora.
Estados Unidos está muy “preocupado” por el pueblo venezolano, pero poco le importa el pueblo haitiano, que le queda más cerca y que está en situaciones desesperantes. Quizás tenga algo que ver el hecho de que Haití no tiene petróleo, y que geopolíticamente no tiene mayor relevancia.
Veo hermanos venezolanos, que razones tendrán para estar indignados con el Gobierno de su país, aplaudir las acciones de Estados Unidos. Lo último que una persona puede desear para su país es que un país extranjero pisotee el suyo.
Los intereses de ese imperio no respetan ni la vida de sus propios jóvenes, a quienes mandan a morir por razones que esos chicos ni entienden, mucho menos le importan las vidas de las personas en los países que invaden.