Delincuencia y miedo

Delincuencia y miedo

Delincuencia y miedo

Wilfredo Mora

La expresión “Policía de proximidad” se escucha mucho hoy en día. La delincuencia de los atracos despiadados se ha desbordado.

No obstante, es una criminalidad de fácil prevención; no tiene efecto en la esfera política. La Policía comunitaria debería ser una meta.

Porque prevenir los atracos debe ser la reacción interna de la institución debido a años de distanciamiento con la ciudadanía, policías que han experimentado impotencia ante el desborde de la delincuencia común.

Pues bien, no sólo los grandes delitos deben preocupar al Gobierno; yo sostengo que los atracos es materia del modelo de actuación policial comunitaria, pero no de solución inmediata, dura, rápida.

Tengo amigos que llevan a cabo ingeniosas estrategias elementales para evitar tener miedo de la delincuencia. La más racional interpretación de la inseguridad ciudadana es que esta se caracteriza por el sentimiento desagradable de ser alcanzado por la acción delincuencial.

En efecto hay prácticas personales muy interesantes. Otras no tantas: para celebrar el 75 aniversario del barrio Villa Juana, los artistas realizarán un gran recital poético, el próximo 11 de julio, en el salón de actos del Club Mauricio Báez, 10:00 a. m. Posdata: la poesía nos aleja de la violencia.

La delincuencia es entendible como la parte del comportamiento público que está prohibido, es una forma ilegal de actuar, es antisocial y es proscrita.

El miedo a la delincuencia es real a partir de presenciar los actos delictivos, por haber sido víctima o reaccionar por su propia cuenta frente a un delincuente al que se ha quitado la vida o se le ha causado una lesión personal.

El miedo al delito, a ser alcanzado por la delincuencia se diversifica, crece más rápido que los medios de que dispone el Gobierno para contrarrestarla. Pero, aun así, no podemos tenerle miedo a la delincuencia. Porque el miedo es peor.

Si se analiza la inseguridad ciudadana, que es subjetiva, que está amparada en la percepción de que la delincuencia es la experiencia de lo que entienden las personas de lo que es un delincuente, pues, asimismo, es el miedo al delito: algo que podemos vencer.

¿Frente a qué modelo de policía se considera efectiva la prevención de la delincuencia? Creo que aquella que tenga una mayor identidad para participar en los problemas del entorno y buscar soluciones prácticas en común acuerdo con los ciudadanos. Se requiere un manejo de situaciones basadas en la aplicación de renovados procesos policiales, donde la prevención y el trabajo multisectorial juegen un papel fundamental.

En 1982 James Q. Wilson y George Kelling, publicaron un famoso artículo «La policía y la seguridad del barrio». Denunciaron que la Policía dirigía su actividad en la persecución de los delitos más graves e importantes, que desatendía cuestiones menores en los barrios como la pequeña delincuencia del escapero, el pequeño distribuidor de droga, de los pandilleros, riñas y otras pequeñas acciones que degradan el espacio público.

Estos investigadores usaron, para designar el desorden y la degradación del barrio, la metáfora de «ventanas rotas». No se persigue a cada atracador, cada vez que aparezca.

La Policía necesita reorientar sus recursos no sólo a perseguir el crimen, sino también a prevenirlo y evitar la degradación de los territorios. La policía comunitaria surge así impulsada por una demanda de la ciudadanía que percibe a la institución alejada y desconectada de sus necesidades y anhelos.



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