Del mito al raciocinio en la cultura occidental

El punto de quiebre de la tradición fundada por los llamados filósofos naturalistas, que reducía el pensamiento al mito, tiene lugar con el advenimiento de la figura de Sócrates, quien vivió alrededor del 470 al 399 antes de la era cristiana.
Con él se produce el paso del pensamiento mítico naturalista o de la Mitopoiesis al pensamiento racional o Logos.
Algunos filósofos e investigadores, como por ejemplo, Antonio Escohotado, prefieren referirse a este paso como el de Physis a Polis.
Es decir, la migración del pensamiento mítico y naturalista presocrático al pensamiento de la razón expresada en un tipo de organización social, de concepción del individuo, la sociedad y el mundo centrados en la Polis o ciudad-Estado griega.
En el acto de cuestionar si es verdad o no lo que contaba la Mitopoiesis está el punto de partida de la filosofía racional en la Grecia antigua.
Esa sospecha inicia con los sofistas, especialmente, con Protágoras y Gorgias. Con la Mitopiesis se da inicio al poeta pensador.
Cuando Gorgias, de quien se sabe que murió en el 380 a.e.c., se plantea la particularidad de la relación entre lenguaje y realidad, advierte una de las problemáticas fundamentales del pensamiento mismo y también de la figura del poeta, portador de los mitos a través de las Musas, en su relación con el conocimiento y la verdad.
La tercera tesis escéptica de Gorgias, sustentada en su escrito titulado “Sobre el no ser o de la naturaleza”, plantea que aunque hubiera un conocimiento del ser (ya la segunda tesis señalaba la imposibilidad de que fuera cognoscible), este conocimiento sería incomunicable, dado que hay una diferencia entre lo que se mienta y lo mentado. No pueden entrar, dice, por los oídos las cualidades que corresponden a los ojos.
Este aserto apunta, claramente, a la naturaleza simbólica del lenguaje, a su estructura formal, vale decir, poética o retórica, campos en los que se estudiará el leguaje en la Antigüedad, iniciándose, entre otros, con los sofistas, seguidos de Platón y Aristóteles, cada uno de ellos con particulares miradas en torno al fenómeno de la palabra, ya en forma escrita u oral, y hacia su artífice, sea el poeta o sea el político.
Gorgias habla acerca de la lógica perfecta, aquella que ha alcanzado un discurso desviado; algo similar a lo que los lingüistas modernos llaman lo indirecto del lenguaje frente a la realidad.
La apaté desvía al discurso de la doxa un opinión. Se podría inferir que esa noción de desvío constituye la base para la calificación, por parte de los estudios de teoría poética posteriores, del lenguaje literario como indirecto o desviado del lenguaje ordinario de la comunicación. El sofista trabaja sobre el ritmo o medida del lenguaje.
Con el ritmo y el metro Gorgias alcanza la lógica de la más perfecta armonía, lo cual era buscado por los griegos en todas las ramas del saber: música, astronomía, geometría y demás.
Esta perspectiva de pensamiento se opone a la de la visión del mundo como un Caos. La armonía representa el orden, que a veces es patente (visible) y otras veces es latente (oculto).
Un tránsito que va desde el pensamiento mítico hasta el pensamiento que hace del Logos, del lenguaje, lo abstracto y la razón su problemática central y su eje transversal a los demás saberes.