El Día 
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha sorprendido a las agencias antinarcóticos de la región, incluyendo la de Estados Unidos, con sus declaraciones de que el decomiso de 9.8 toneladas de cocaína contó con la colaboración de inteligencia de su país y atribuyó el alijo a los grupos armados que hacen vida en la compleja región del Catatumbo colombiano.
La sorpresa es porque la información la produce en su cuenta de redes sociales justo cuando se está en medio de la articulación de la estrategia para vincular con la droga a los reales responsables del alijo.
Se han producido cientos de reuniones entre las agencias de diversos países, por supuesto incluyendo a las de Colombia, pero en ningún momento había salido a relucir esa anunciada colaboración a la que hace referencia Petro ni se tienen concluida las diligencias para que la vinculación de la droga con sus reales propietarios sea sólida en los tribunales y se tenga la certeza de poder arrestar a los cabecillas de una poderosa red transnacional.
En la región del Catatumbo a la que hace referencia el presidente Petro tienen gran incidencia grupos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), Las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia (FARC), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y varios grupos paramilitares.
En esa región se ha producido un considerable incremento de la producción de hoja de coca ante el cambio de la política del Gobierno de Colombia con relación a la erradicación de ese cultivo.
Las agencias antinarcóticos de la región y de Europa tienen la responsabilidad de detectar la estructura completa responsable de ese cargamento y producir la caída de sus cabezas, misión en la que la prisa es mala consejera.
