Las evidencias de que fue desde las celdas carcelarias que se urdieron los planes para asesinar al abogado y comunicador santiagués Jordi Veras, han puesto de manifiesto una gran debilidad del sistema penitenciario dominicano.
Esto no debe ser motivo, sin embargo, para satanizar el sistema sin más ni más.
Recordemos que hace pocos años se hablaba de los treinta y dos infiernos, para referirnos a las 32 cárceles que había esparcidas por todo el territorio nacional, verdaderos centros de perdición de donde salían peor de lo que entraban las desdichadas personas que eran condenadas.
Hoy el cuadro está cambiando favorablemente, con la implementación del nuevo sistema penitenciario, que viene reemplazando, poco a poco, el averno preexistente.
Es cierto que todavía falta mucho camino por recorrer para alcanzar un nivel del todo satisfactorio en materia penitenciaria, pero tenemos que reconocer que se ha avanzado mucho.
Lo que hay que desear es que el programa no se detenga y que los recursos económicos vayan a la par con la probada voluntad de los organismos y funcionarios responsables del nuevo orden penitenciario, para que superemos, de una vez por todas, esa lacra social que nos estigmatiza.