Marsella– Exmilitares franceses convertidos en pilotos de jets privados en el Caribe y en la Costa Azul, acusados de narcotráfico por dos justicias, Bruno Odos y Pascal Fauret topan de nuevo con la cárcel tras un itinerario tortuoso.
En la República Dominicana, los vuelos de su Falcon 50 cesaron súbitamente una noche de marzo de 2013. Los dos pilotos y sus pasajeros fueron detenidos cuando el avión se disponía a despegar.
La policía los filmó entonces y mostró las maletas con 680 kilos de cocaína. Siguieron dos años de proceso judicial, durante el cual los dos pilotos no cesaron de clamar su inocencia y los medios de información franceses multiplicaron los reportajes sobre sus condiciones de detención y sus protestas.
La justicia dominicana los condenó a 20 años de prisión en primera instancia, pero Bruno Odos, de 56 años de edad, y Pascal Fauret, de 55, fueron dejados en libertad, con prohibición de salir del país, en espera de su proceso en apelación.
Ayudados por exmilitares y ciertos políticos, decidieron no esperar ese proceso y se fugaron hace dos semanas en una rocambolesca operación por mar y aire, que costó cerca de 100.000 euros y fue bautizada «cena en la ciudad».
Oficialmente, los dos sostuvieron en declaraciones a los medios franceses que su voluntad es responder de sus actos ante la justicia de su país, afirmando que no tienen confianza en la dominicana.
Ahora están en ello.
Fueron detenidos, llevados ante los jueces, interrogados y… rumbo a la cárcel de nuevo. Bruno Odos está encarcelado desde el martes por la noche en el presidio marsellés de Baumettes, y Pascal Fauret, que era interrogado el miércoles por los mismos jueces, podría ser objeto de la misma medida al terminar su audición.
Decenas de maletas de cocaína
Aunque el interrogatorio de los dos hombres por la justicia francesa no está directamente relacionado a priori con el caso en República Dominicana, ambos son sospechosos de estar implicados en un tráfico de droga transatlántico, que la prensa francesa ha bautizado «Air Cocaína».
La investigación de la justicia francesa fue abierta a principios de 2013 en Marsella a raíz de informaciones sobre el «comportamiento sospechoso» de pasajeros de un Falcon 50 que aterrizó un mes antes en Saint-Tropez, el célebre balneario de la Costa Azul.
La justicia sospecha que los pilotos y dos otros franceses, Nicolas Pisapia y Alain Castany, también condenados en la República Dominicana y que siguen en ese país, trajeron cocaína a Francia oculta en decenas de maletas cargadas en ese jet privado.
Varios vuelos de ese avión, fletado por una firma de alquiler, SN-THS, son sospechosos para la justicia francesa. Bruno Odos y Pascal Fauret «no abrieron las maletas» transportadas en el avión del que eran pilotos, alegó su abogado, Jean Reinhart.
También en la República Dominicana ambos aseguraron que no sabían qué había en las maletas de sus pasajeros. De regreso a Francia «no esperaban (…) tal odio de la justicia, que parece considerarlos bandidos», declaró el abogado.
Las autoridades dominicanas emitieron una orden de detención internacional contra ellos. Pero Francia, que asegura que no tuvo ninguna intervención en la fuga, no extradita a sus ciudadanos.
Además del aspecto diplomático en la relación con Santo Domingo, el caso ha adquirido en Francia un sesgo político, dado que el nombre del expresidente Nicolas Sarkozy apareció en él de manera incidental, porque tres vuelos de la misma compañía fueron fletados por cuenta de él.
Con la vista puesta ya en la elección presidencial de 2017, Sarkozy, jefe del principal partido de la oposición de derecha, protestó por el hecho de que los jueces ordenaran investigarlo sobre esa base, llegando incluso a pedir la geolocalización de su teléfono en 2013.
El expresidente responsabiliza al gobierno socialista, el cual asegura que no fue informado de esa investigación.