Cuando algo pasa en tu vida y no sabes cómo explicarlo o ponerle un nombre, sientes que caminas sobre un campo minado que puede explotar en cualquier momento.

Dicen que querer tener el control de todo es malo, pero peor es cuando te das cuenta que algo se te escapa completamente de las manos.

Es es el sentimiento de muchas personas hoy en día, personas que hasta lo sufren en silencio porque no saben cómo ponerlo en palabras y tampoco cómo compartirlo con los demás.

El tema de la salud mental está en boca de muchos porque como consecuencia de la pandemia se han multiplicado las enfermedades mentales sin diferenciar edad, género o cualquier otra definición.

Algo que siempre se ha manejado de muy bajo perfil, admitir que ibas donde un especialista era casi decir que tenías problemas mentales, depresión, ansiedad o cualquier otra condición era para que te miraran con rareza y hasta con estigma.

Creo que hay que ser capaces de normalizar este tema porque sufrirlo en silencio tiene consecuencias nefastas en muchas ocasiones. Hay quien es capaz de convivir (mal vivir) por años con eso, pero hay otros que tocan fondo y después todo el mundo se sorprende y se pregunta qué pasó.

Lo que pasó fue que no tuvo una puerta a la que tocar, que lo vivió en silencio, que no se dio la oportunidad de buscar ayuda porque no supo cómo hacerlo y no quiso que nadie pensara que estaba loca o loco.

Es muy triste que todavía a estas alturas tratar este tema tenga tantos tabúes y estereotipos y sigamos señalando con el dedo a quienes de alguna manera se atreven a decirlo en voz alta o colgando carteles sin tener ni idea de lo que se esconde detrás.