Con los actos que tuvieron lugar ayer en todo el país concluyó la segunda parte de un proceso electoral que tuvo una cita con los electores el día 18 de febrero pasado.
Los alcaldes y directores no son desde ayer funcionarios electos, tienen ya bajo su responsabilidad los municipios que los escogieron.
Desde luego, es a partir de este día cuando empiezan a darse cuenta de lo que han recibido, tanto al interior de las instituciones, como en los municipios, que no pueden ser sustraídos de la mirada de la gente.
Y como es de esperar, excepto en los casos de alcaldes o directores que se releven a sí mismos, los flamantes titulares de los gobiernos municipales tienen posiblemente a su favor la excusa política de lo que les dejaron, del “desorden” que heredaron.
Esto les permite, sin duda, ocuparse de los posibles disgustos comunitarios con el argumento de que se ocupan de poner la casa en orden, algo que siempre es comprensible.
Siempre ha sido de esta manera y es lícito suponer que ahora no será diferente.
El cierre con las juramentaciones del miércoles deja en el plano político el avance de una parte de los tres procesos de elección de este año, afectado por un alto nivel de abstención, pero de todos modos legítimo porque quien no ejerció el deber y el derecho al voto lo hizo por decisión personal, no porque se lo impidiera ninguna situación excepcional.
Corresponde ahora concluir de la mejor manera el proceso de elección de Presidente, Vicepresidente, diputados y senadores.
