Desde el Ministerio de Salud Pública se nos dice que más del 70 por ciento de la población dominicana vive con sobrepeso, una condición con la que a veces se nace, pero que en la generalidad de los casos se adquiere a lo largo de la vida por razones que no vienen al caso y que además debe ser, en estos tiempos, materia especializada.
En todos los casos, al sobrepeso se llega en la generalidad de los casos por exceso de ingesta.
Y quienes se ven en esta situación a veces tienen el acierto de ponerse en manos de profesionales que con sus conocimientos y la cooperación del paciente suelen hacer maravillas.
Otros, en cambio, escogen los consejos que circulan en redes de amigos y familiares, con todas sus consecuencias.
Al uso indiscriminado de algunos compuestos de insulina, por parte de personas con sobrepeso, está siendo atribuida la escasez de este medicamento en el mercado.
Según esta versión, los obesos recurren a este medicamento para bajar de peso.
Y llama la atención que sean tantos.
Y que al decantarse por esta solución estén provocando una crisis de abastecimiento y, desde luego, perjudicando a quienes la necesitan para suplir la incapacidad de su organismo de producir la insulina que mantenga bajo control los niveles de azúcar en la sangre.
Al principio de este comentario hemos referido que más del 70 por ciento de la población vive con sobrepeso.
Pues viene a ser que más del 12 por ciento de la población vive con diabetes.
En los dos casos se trata de cifras altas. En el primero, representa más de 7 millones de gordos y en el segundo más de un millón de diabéticos, que es como decir que donde se reúnan diez dominicanos siete son obesos y uno diabético.
Para un diabético la insulina puede ser un asunto de vida o muerte.
No es posible que estemos poniendo su vida en riesgo por una moda, peligrosa por cierto, que promete hacer que nos veamos esbeltos.