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De espectadores a jugadores estratégicos

Desde la llegada del actual residente de la Casa Blanca, el presidente Donald Trump en su segundo mandato, todo el mundo ha estado atento a sus palabras y a los cambios de todos los paradigmas sociales, comerciales y económicos.

Desde migración, resaltando sus intereses de adquirir o anexar territorios de países extranjeros, presionar a sus socios y aliados para lograr conseguir mayor influencia, pasando por el cambio de sus políticas arancelarias y llegando hasta una guerra comercial frontal con China.

Estos cambios de paradigmas no solo han afectado las vidas de los norteamericanos, sino que al ser el país más poderoso del mundo y con su gran influencia en el marco internacional, han cambiado las expectativas del futuro de todo el mundo.

Joan Monegro

Los mercados de valores internacionales han presentado un aumento significativo de la volatilidad, especialmente durante la primera mitad de 2025, tras el “Día de la Liberación” del 2 de abril (Liberation Day), cuando se anunciaron aranceles generalizados, lo que provocó un desplome global de los mercados, generando así una escalada de la incertidumbre a nivel internacional.

Las expectativas de las economías también han presentado un shock importante en donde se presenta una incertidumbre de tal magnitud que hasta el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, ha salido a decir en múltiples ocasiones que están a la espera de vislumbrar con mayor claridad cuáles son los cambios y el impacto real que todas las nuevas estrategias de políticas públicas van a tener sobre la economía, presentando una posición conservadora sobre la política monetaria de los Estados Unidos, manteniendo todo igual hasta ver cómo los diferentes indicadores reaccionan.

Esta posición de la FED puede traer consigo algunos retos para los países alrededor del mundo en donde la moneda de referencia es el dólar americano.

Con todo esto en mente, el panorama no parece muy alentador cuando hablamos de seguridad hacia el futuro, sobre todo si pensamos sobre la realidad de República Dominicana, donde más de una vez expertos en economía han mencionado que la economía dominicana está muy relacionada con la situación en los Estados Unidos.

Una frase célebre es que cuando la economía de los Estados Unidos estornuda, a nosotros nos da pulmonía. Esta relación se ve palpable dentro del contexto actual desde el punto en que nuevamente República Dominicana se ha puesto a la orden de los Estados Unidos para discutir cualquier punto que ellos vean conveniente para subsanar la situación de los aranceles.

Esta estrategia nos parece correcta, dado la naturaleza de nuestras relaciones con los Estados Unidos; sin embargo, también abre la puerta hacia una nueva duda: ¿los Estados Unidos ven a la República Dominicana como un aliado importante o como un seguidor más que hará todo lo que ellos quieran? y ¿República Dominicana tiene estrategias reales de relaciones internacionales o solo sigue lo que digan los Estados Unidos?

Estas dos preguntas pueden ser importantes de responder como país, ya que aunque actualmente se esté visualizando que estemos en una crisis comercial global, la realidad es que también pudiera ser un espacio de oportunidades para República Dominicana.

Las oportunidades pueden ser varias. La primera y la más fácil de visualizar se presenta en la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Esta guerra trae dos realidades importantes: la primera, la nación más consumista del mundo no puede ir a su tienda favorita; y la segunda, el país considerado como la industria del mundo no tiene dónde vender los productos que anteriormente producían y que tienen una alta capacidad de producción instalada.

Esta oportunidad de la que hablamos es poder venderle a los Estados Unidos a precios mayores y poder comprarle a China a precios más bajos.

Para aprovechar esta oportunidad debemos recurrir a un acierto del Estado dominicano: invertir en logística internacional creando mayor cantidad de accesos, facilitando la entrada de capital productivo extranjero en las zonas francas y el impulso a la tecnificación de todo lo relacionado con la logística y el comercio internacional.

Con estos puntos pudiéramos encontrar cómo poder suplir a los Estados Unidos una mayor cantidad y variedad de productos, mientras la economía local pudiera verse beneficiada con la compra de materias primas o diversos productos a precios más económicos en China.

El segundo punto que pudiéramos tener de oportunidad se encuentra en todos los otros países con una situación parecida a República Dominicana, ya que al tener los aranceles más bajos a nivel global nuestra nación pudiera ser el puente para una significativa cantidad de negocios.

Por ejemplo, considerar ser uno de los puentes entre Estados Unidos y América del Sur, donde podamos sacarles provecho económico a estas naciones comprándoles más barato y vendiéndole a un precio más competitivo a los Estados Unidos mientras ganamos un margen.

También considerando que esta movida estratégica pudiera aportar a que nuestro país logre consolidar su puesto como uno de los países más relevantes entre América Latina y el Caribe.

República Dominicana tiene que decidir: ¿seguiremos como observadores pasivos de lo que dicte Estados Unidos o asumiremos el rol de jugadores estratégicos para aprovechar las oportunidades que tenemos al alcance?

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Joan Monegro

Economista, político.

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