La reserva mundial de hidrocarburos se agotará en 50 años, según me había advertido en los años 90 el fenecido científico dominicano, ingeniero Jaime Yépez, del equipo de Energía del Instituto Dominicano de Tecnología Industrial (INDOTEC). Con frecuencia Yépez se refirió a la necesidad de que el país fundamente su desarrollo en la energía limpia y renovable, como serían la energía eólica, solar, biomasa y del mar.
La verdad, sin embargo, es que todavía existe una reserva de carburantes fósiles que la humanidad podrá aprovechar por muchos más tiempos.
La opinión de Yépez no era propia, fue fruto de investigaciones y expectativas creadas. Se trató de una generalización preconizada por muchos científicos y pensadores de la época. Incluso organismos mundiales y regionales propugnaron, impulsaron y financiaron entonces innumerables proyectos de investigación e iniciativas para estimular la energía limpia y renovable para sustituir el uso de los hidrocarburos.
Para apuntalar esa línea de pensamiento global, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financió un proyecto de investigación sobre las energías renovables, particularmente la solar y la del viento en el país.
La idea según tengo entendido, era crear las condiciones para sustituir de la faz de la tierra a los contaminantes hidrocarburos y dar paso al aprovechamiento de la energía limpia y renovable.
-“Mire periodista, pare esas publicaciones sobre la energía renovable, yo estoy trabajando solo aquí en este departamento, sin asistentes, y ya no aguanto más demanda de servicios”, dijo con ceño fruncido y rostro encolerizado el ingeniero Bolívar Rodríguez, visiblemente molesto por las divulgaciones de prensa que había hecho sobre la temática.
Bolívar era el encargado del área de energía del INDOTEC después que terminó el citado proyecto del BID.
Quedé frisado ante esta embestida verbal. No encontré momentáneamente nada con qué responder. Realmente había divulgado varias informaciones sobre las energías solar, biomasa y del viento para promover los servicios que el INDOTEC ofrecía al respecto. Y él, que había quedado prácticamente solo en el área de energía, no tenía capacidad de respuesta.
Había formado parte del formidable equipo inicial de técnicos muy capacitados que trabajó en el proyecto del BID. La iniciativa había reducido su dinámica y casi desaparece luego de agotado el programa del BID que ejecutaban las direcciones técnicas y burocráticas de la Comisión de Energía de la institución tecnológica, transformada en Instituto de Innovación, Biotecnología e Industria (IIBI).
Recortes de periódicos
Rodríguez mostró en sus manos, mientras me espetaba, recortes de periódicos difundidos en la prensa local sobre el proyecto de energía renovable. Para mí eso era de gran significación, en razón de que eso hacía notar que mi trabajo era efectivo, pero no era así para Rodríguez que tenía que lidiar solo con la demanda de servicios.
Me desempeñaba como encargado de Prensa y Relaciones Públicas del INDOTEC y me ocupaba a instancia de la Dirección del INDOTEC de promover los proyectos más puntuales, entre ellos los que se encontraba el de energía limpia.
Tenía experiencia en el manejo de noticias medioambientales que acumulé a mi paso por la Secretaría de Agricultura y Recursos Naturales. La iniciativa de energía limpia la percibí en esa misma línea que aprendí sobre la protección de los recursos del medio ambiente.
El INDOTEC era un Departamento del Banco Central. Había sido creado para apoyar, entre otras iniciativas de desarrollo, las políticas públicas de apoyo a la industria, especialmente a lo referente a la sustitución de importaciones. Visité recientemente al ingeniero Rodríguez en esa institución que ahora se llama IIBI.
Rememoramos el hecho de que todavía permanezca allí dando un servicio puntual por casi 40 años, ¡increíble!
Soñó una patria de energía limpia
Desde que éste llegó a la capital procedente de su amado Santiago de los 30 Caballeros, resaltó, aunque con manifiesta timidez, sus dotes de joven talentoso egresado con notas sobresalientes de la prestigiosa Universidad Católica Madre y Maestra (UCMM) y en Estados Unidos.
Y sigue allí, en el IIBI, inmutable, como si el tiempo no pasara, como si para él los años no importaran. Pero para que todo resulte más genial, todavía éste trabaja en el impulso “como el primer gandul”, en sus “viejas-nuevas iniciativas”, sus sueños de una patria grande, medioambientalmente hablando, alimentada por energía limpia, renovable, respetuosa del medio ambiente.
Lo recuerdo solitario bajando de su oficina con un bulto en manos en su hora de almuerzo. Mientras la generalidad de los empleados iba a calentar su comida a los microondas o acudían a sus casas a almorzar, Bolívar caminaba hasta la parte trasera de la institución, en pleno sol, a calentar la comida en su “cocina solar”.
¿Una cocina solar? ¿Y qué es eso? Se trata de un artefacto sencillo en forma de parábola, hecho de fibra de vidrio y papel refractivo que capta la luz del sol y lo concentra en un punto central, donde se acumula una gran cantidad de calor que podría generar la ebullición de un líquido o un extremado calentamiento.
La cocina solar –diseño procedente de Alemania, pero adaptado en el país- tiene una probada efectividad en el aprovechamiento de la energía del sol. Los alemanes donaron el diseño al país en 1982 y técnicos del INDOTEC la «aplatanaron». Se hicieron réplicas que se distribuyeron para fines experimentales en algunas zonas.
El artefacto era promovido como una alternativa para evitar la quema carbón en áreas rurales y para uso en playas y ríos por parte de excursionistas. Pero este invento, lamentablemente, nunca se masificó y con el desarrollo de la tecnología, es difícil que se logre ese objetivo.
En consonancia con el señalado interés, se comenzó a promover el aprovechamiento de la energía solar con el uso de paneles solares, tecnología que sí ha sentado su impronta en el desarrollo de la inversión energética en el país.
A la vez que se impulsó el uso de paneles solares, el INDOTEC siguió con la experimentación y exhibición de la cocina solar y los generadores del viento (eólicos) en ferias y otras actividades. Rodríguez tranquilo, parsimonioso, la usó para calentar sus alimentos, de manera natural, sin utilizar microondas ni combustibles fósiles. Pero eso conlleva a que este hombre de la tecnología termine “colorao” como un camarón. Había asumido una actitud propia de los científicos que es demostrar con ellos mismos la factibilidad de sus experimentos.
Lo creían “un loco”
Por eso en conversaciones por “de bajo” de sus propios compañeros, a Rodríguez los veían como un loco, actitud que no es rara en este medio, ya que ocurre con cierta frecuencia en los casos de hombres visionarios, aquellos que ven “más allá de las curvas” y se aferran a sus creencias y proyectos hasta verlos hechos realidades.
En este caso, el afán de Bolívar y sus demás compañeros del área de energía del INDOTEC era coadyuvar a la creación de una sociedad consciente de la necesidad de inducir al avance y aprovechamiento de la energía limpia, renovable, particularmente las energías del sol y de los vientos (eólica), abundante en extremo en el país. Este investigador conserva en el IIBI todavía sendas “cocinas solares” diseñadas por él y estudiantes universitarios que las trabajaron para sus tesis.
Pero estas cocinas solares están en desuso, la propia evolución tecnológica y el uso masivo de los paneles solares ha superado el modelo. Podrían ser piezas importantes de un museo.
Energía limpia BID/RD
Explicó Rodríguez que el “Programa INDOTEC/BID de Aprovechamiento de la Energía Solar en la República Dominicana (PAES)” se realizó durante los años 1983-1987. Se trató, según afirma este experto, en “el primer esfuerzo organizado con criterios técnicos-científicos dirigido a evaluar las energías renovables y alternativas autóctonas de la República Dominicana”.
El proyecto PAES fue integrado en sus inicios por un formidable equipo de técnicos, científicos y consultores de alto nivel. Se destacan los ingenieros Bernard McNellis y Rodney Hacker, de la empresa consultora Sr. William Halcrow & Partners (SWH&PA); ingenieros Roselio Rodríguez, Bolívar Rodríguez, Mamoru Hidaka, Jaime Yépez y Fabián Tello del INDOTEC. El ingeniero Hacker de la empresa SWH&P se integró en 1984.
La situación de suministro energético era crítica e impostergable en el país. La búsqueda de una solución alternativa no podía esperar.
El problema de suministro de energía de combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón y otros, eran (y sigue siendo aún en el día de hoy) uno de los frenos del desarrollo económico y social de la nación. No solo por los continuos aumentos de precios, sino también por la crisis de abasto que se presentan con estos carburantes, situación sujeta a políticas de los productores del crudo que colocan a los consumidores en situaciones de cuasi indefensión.
-“El programa fue formulado con asesoría de la agencia israelí The Scientific Reaserch Foundation (SRF) en el año 1978 en la recién creada Comisión Nacional de Política Energética (COENER) que funcionaba dentro del INDOTEC, bajo la coordinación del ingeniero José Ramón Acosta”, rememoró el ingeniero Rodríguez. Refirió que la COENER fue luego trasladada a otro departamento del gobierno, pero el programa PAES siguió en el INDOTEC.
Explicó que la iniciativa tenía un presupuesto de 966,000 dólares y abarcó 6 proyectos pilotos y un estudio de factibilidad de generación de energía eléctrica con el aprovechamiento del sol. Se inició realmente en 1983 “debido a los trámites burocráticos que envuelven un programa de este tipo”. Se contempló en el mismo la instalación de dos laboratorios de energía solar completos.
Nace ley de incentivos
“Como un subproducto de este programa nació en el año 1992 a iniciativas del ingeniero Bolívar Rodríguez y el arquitecto Doroteo Rodríguez el primer borrador de lo que después se transformó 15 años más tarde en la Ley de Incentivos a las Energías Renovables 57-07”, señala Rodríguez.
Los señalamientos de este experto están contenidos en su libro de próxima publicación: “Las energías renovables y su futuro en la República Dominicana: su evolución histórica hasta la Ley 57-07 y una introducción con fines didácticos al diseño de energías”.
Hablamos de los inicios de las energías renovables en el país. Y pensar que aquella iniciativa de visionarios que arrancó con una inversión de apenas 966 mil dólares fue la fragua, la simiente que impulsó lo que es hoy una millonaria industria de energía limpia solar y eólica que según afirma este especialista, “superan ya en capacidad todas las hidroeléctricas juntas en la República Dominicana”.
Tenemos ahí a quien nos ha contado la historia, el ingeniero Bolívar Rodríguez. Enhorabuena.
¿Valieron las penas los sacrificios de estos pioneros de la energía renovable, alguien se animará a reconocerlos? Dejemos esto sobre el tapete. El tiempo y la razón dirán.
El autor es periodista.